Justo cuando llegaron mis tíos y mis padres a darle la bendición sentí una asombrosa fragancia.
- ¿Eso no será, mmm, rosas, azahar y fresias, no? ¡Qué rico huele! – Pregunté.
Todos se quedaron mirándome extrañados. Además Bella y las vampiras se preguntarían de dónde habría sacado ese olfato tan desarrollado, típico de un vampiro.
- Bueno, ya es la hora. Edward está abajo esperando – nos dijo Jasper, que acababa de aparecer en la habitación.
- Pues Bella se queda aquí con Charlie. Contad 7 minutos exactos antes de bajar las escaleras hasta el jardín, ¿vale? – Dijo Alice dirigiéndose a Charlie y Bella.- Renée, Ales y Ryan a sentaros entre el público. Mi madre sabe donde se tienen que sentar la familia de Bella – dijo mandona.- Rosalie tú al piano, ya que Edward está ejerciendo de novio – dijo chistosa.
- A sus órdenes – dijo Rosalie riéndose mientras todos los inquilinos de la habitación bajaban hacia el jardín.
- ¿Y yo Alice? – Dije porque no me había nombrado.
- ¿No te lo había dicho Shasha? Eres dama de honor de Bella, junto conmigo y Rosalie, mientras ella no ejerza de pianista de la boda.
- ¿Yo? Pero no llevamos el mismo vestido Alice.
- Mmmm, es verdad. Pero ¿tú crees que esto es una boda convencional? Humana-vampiro… Cuñada de “17 años” organizando una ceremonia ella sola… - Dijo en bajito, ya que mi tío Charlie estaba junto a Bella.
- No, muy convencional no es – la interrumpí.- Pero de una cosa estoy segura, va a ser de las bodas más bonitas y especiales de mi vida.
Entonces la melodía nupcial empezó a sonar de las manos de Rosalie, justo siete minutos después de que bajáramos, tal y como había dicho Alice. Y ahí estaba mi prima, agarrada del brazo de su padre, caminando por el pasillo que conducía hacia el altar, el cual estaba adornado de guirnaldas con flores blancas pendiendo en largas líneas de vaporosos lazos. Estaba ruborizada, vergonzosa como ella misma, mirando a su futuro marido y pendiente de no tropezarse por llevar bien el ritmo de la música. Alice me dio un apretón de codo y codo, la miré y estaba radiante y emocionada. Yo también estaba emocionada, con los ojos llorosos. Escudriñé al público presente, sí mi madre, mi tía y la madre de Edward también con ojos llorosos, y ahí estaba a quien yo quería que formara parte de vida.
Bill.
- ¿Ya lo viste?
- ¿No decías que sólo era Edward el que leía el pensamiento? – Susurré a Alice.
“Mira Bonito, estate pendiente de la ceremonia, que yo solo soy la dama de honor de la boda y tú el protagonista. Así que deja de meterte en mis asuntos y estate pendiente de mi prima Bella. Por favor”.
****
Ya era noche cerrada completamente cuando estaba sentada con mis padres y los cuatro hermanos de Edward en la mesa del banquete mientras cenábamos. Las mesas y sillas estaban adornadas igual que las sillas del altar, envueltas en raso blanco con enormes lazos. Todo blanco y puro, como Edward y Bella; me gustaba porque eran sinceros.
Alcé la vista hacia los novios y le eché una foto desde mi mesa. A Bella no le gustan demasiado, pero en su día ella estaba especialmente radiante. Después se levantaron los dos y Edward nos echó una foto.
- Por cierto prima, ¿dónde está Bill? – Ya había observado el ambiente y por allí no estaba.
- Está en el salón de la casa junto con los demás invitados de Edward, tú sabes – me dijo cuidadosamente ya que mis padres estaban sentados a mi derecha.
- ¿Pero no va a comer? – Le susurré.
- No lo sé – me dijo Bella. – Cariño, ¿tú sabes si Bill va a comer en el banquete? – Se dirigió a Edward. Quien de nuevo me escudriñó de arriba abajo por el tema Bill - Shasha.
- Yo sé que el come… No tendrá hambre supongo… - Dijo sin darle importancia.
- ¿Quieres lo avise? ¿Quieres verlo? – Intervino Alice, emocionada y dando palmitas.
- No da igual… Ya lo veré, aún queda fiesta para rato.
Después de los entremeses, primer y segundo plato, aparecieron Alice y Rosalie con un gran pastel nupcial, de tres pisos, entrando por el jardín y colocándolo en el centro de todas las mesas de los invitados. Esto supuso más fotos para los familiares de los novios, de los cuales formaba parte. ¡Hoy iba a lucir muy bien mi vestido! – Pensé. Inmediatamente después Edward me miró y se soltó una carcajada… De repente me estaba gustando esto de que Edward me leyera los pensamientos.
A continuación, vino una parte esencial de las bodas tradicionales. El ramo. Bella se puso de espalda a la muchedumbre de mujeres y muchachas que gritaban desesperadamente, entre ellas yo. Mientras el ramo era lanzado por los aires me colocaba más o menos en el centro del gentío. No sé qué estaba pensando, ya que yo siempre le he dicho al matrimonio un NO rotundo… Pero ahí estaba, alzando los brazos, bajo la atenta mirada de Bill, la cual me distraía; alzando los brazos cada vez más mientras luchaba con otras mujeres desconocidas para mías mientras disfrutaba como una niña. Hasta que obtuve el ramo… pero era compartido por una chica. Tal vez tenía la misma edad de mi prima, no era vampiro, no.
- Bueno, te lo dejo es tuyo – le dije a la chica.
- No, no importa. Tú te has esforzado más – así que era evidente.
- En serio. Es tuyo. Además no tengo novio y a ti te he visto bien acompañada – la chica se sonrojó.- Así que punto y final, ¿vale?
¡Qué estúpida tontería! ¡Pero yo quería mi ramo! – Pensé como una niña chica.
- ¿Y tú tienes 21 años prima?- Me dijo Bella partida de la risa.
- Pero, ¿qué te pasa a ti? – Le dije bromeando.
- Nada, mi marido, que te escucha demasiado. Dice que eres una buena emisora – dijo riendo. A lo mejor mi primo postizo solo tiene oídos para mí… - pensé y le hice ojitos a Edward. Él enseguida me apartó la mirada y, si hubiera sido humano, se hubiera sonrojado mucho.
Después del mítico momento del ramo, vino otro muy juguetón y sexy. Edward le quitó muy cuidadosamente a Bella una liga blanca desde su tobillo casi a mordiscos. La gente estaba encantada, aullaba, gritaba y aplaudía. Sobre todo los hombres.
- Si quieres pedirle prestada la liga a tu prima, estaría encantado de quitártelo igual o más sensual antes del amanecer Shasha… - Di un respingo y allí estaba Bill. ¿Cómo llegó hasta mí? No lo sé. Cosas de vampiros que ya averiguaré en su momento.
- ¡Hola Bill! – Me abalancé sobre él y le di un pícaro beso en la comisura de sus labios.
- Es la hora del baile de los novios, ¿te gustaría bailar conmigo?
- Por supuesto. ¡Te vas a quedar loco con mi movimiento de caderas!
- Shasha… - Dijo riéndose.- Esto es un valls, y por mi edad… La que se va a quedar loca eres tú.
Y comenzamos a bailar. Aparte de saber bailar durante muchos años cuando vivía en Phoenix… Bill me dejó loca. Cada roce de manos, cada contacto con él, cada mirada, cada sonrojada por mi parte, cada sonrisa, cada cercanía de sus labios a mi cuello o a mi oreja… me hacían volver loca. Este hombre lo tenía todo. Y, además, sabía bailar.
- Por casualidad, ¿fuiste en otra década profesor de bailes?
- Pues sí, algo parecido. En la década de los 30 para ser exactos. Le enseñé a bailar a vampiros de la aristocracia para conquistar a sus hembras predilectas. A mí me enseñó a bailar mi madre y mis tías cuando era aún humano y soltero.
- ¿Soltero? – Le paré en seco y le pisé sin querer - ¡Ups! Lo siento mucho.
- No pasa nada – dijo riéndose.- Sí soltero. Antes de que me convirtieran en lo que soy tenía mujer y tres hijos. En aquella época, el siglo pasado, las parejas se casaban muy temprano, al igual que tenían hijos. Yo no era de la alta alcurnia, así que tenía que emplear métodos para conquistar a señoritas. Y una de mis armas era el baile – me explicó dejándome más aliviada.- Y a usted señorita, ¿la estoy conquistando?
- Déjeme pensar Mr. Compton… - Dije bromeando. – Creo que un poquito sí.
- ¿Solo un poquito? –Dijo mientras acercaba su boca a mi cuello y lo besaba, discretamente.- ¿Está usted segura? –Me dijo seductoramente.
- Bueno, ese poquito podría aumentar – dije entre carcajadas, cuando me di cuenta que la música del Valls había terminado y habían puesto música más moderna y juvenil, pero también lenta.
- Ejem, ejem – dijo una voz. Miré y era Edward- Disculpa, ¿me permites un baile con tu pareja? – Se dirigió a Bill.
- Por supuesto, nuevo marido. Por cierto, mis felicitaciones – dijo posando mi mano en la de Edward.
- ¡Hola, prima postiza! – Me dijo Edward.
- Hola primito – le contesté simpática.
- Así que… dices que tengo solo oídos para ti, ¿no?
- Yo no he dicho eso… A lo mejor es que lo he pensado.
- Eso es otra cosa. Bueno, ¿y si es así que importa? - ¡Oh Dios mío! ¿Pero que intenta este?
- Intento ser más cercano a ti – respondió a mi pensamiento mientras colocaba sus manos en mis caderas.
¡Oh mierda! No pienses Shasha…
- Aunque no intentes pensar, veo lo que fluye por tu mente Shasha. Sí, solo veo que me ves como el marido de tu prima, pero desde el primer momento que me viste fui el perfecto modelo con la perfecta mandíbula marcada y sus perfecto pectorales…
- ¡Para! – Dije poniéndole mi mano en su boca. – Conoces mis pensamientos mejor que yo.
- Es que eres una buena emisora, y de los buenos emisores, se me quedan grabados muchos pensamientos.
- Espera un momento… ¿Bella me dijo que yo era igual que ella? Una rarita que no se le puede leer el pensamiento…
- Al principio eras así. Pero tu pensamiento fluye cuando estás cerca de personas sobrenaturales, vampiros o no. Pero no te puedo leer cerca de humanos, por ejemplo, tu prima.
- Entonces, ¿soy más rara que Bella? ¿Ella sabe de esto?
- No, ella no lo sabe. No se lo quiero decir. Es que tus pensamientos fluyen de una manera no humana. Sólo lo he experimentado hace décadas con una…
- ¡Hola cariño! ¿Le concedes un baile a tu padre? – Salvada por mi padre…
E intrigada por lo que me había dicho Edward. Podría preguntárselo a Bill a ver si sabía de qué trataba, pero no sabía si él sabría que Edward lee los pensamientos y entonces la pifiaba. Tenía que averiguar qué pensaba Edward. Ahora resulta que no soy humana… ¿Será porque le chupé sangre a Bill la otra noche de su oído? No creo…
Estaba sentada, cavilando en mis pensamientos junto con unos amigos del instituto de Bella y entonces me levanté para preguntarle a Edward sobre lo que me dijo. Pero ya no se podía…
- ¡Vamos Shasha! Hay que despedir a tu prima y a mi hermano – me dijo Alice emocionada con una maleta en la mano.
- ¿Y tú a dónde te vas?
- Yo a ningún lado. La maleta es de Bella. ¡Una maleta sorpresa! Que he preparado yo porque ella no sabe el destino de su luna de miel.
- ¡Ah sí! Bella me lo había contado, y parecía muy mosqueada.
- ¡Que se chinche! Una luna miel es una vez en la vida – me dijo pagada de sí misma. Me descojoné con Alice.
En cuanto llegamos al porche delantero donde estaba el coche de Edward había una hilera de personas y familiares despidiéndose de los novios. Después de abrazar a sus amigos y amigos de la familia, Bella se dirigió a mí y me abrazó con fuerza.
- ¡Ay prima! ¡Que me voy de Luna de miel! ¡Increíble!
- ¡Sí tía! Disfruta muchísimo de a dónde sea que te lleven y disfruta mucho de Edward. ¡Tú ya me entiendes! – Dije dándole un codazo y en seguida se puso súper colorada.
- ¡Y tú disfruta de lo que te quede del verano! Y también disfruta de Bill...
- Ejem, ejem – nos interrumpió Edward y me miró.- Bueno, prima postiza, tranquila que disfrutaré mucho de Bella – y me dio un abrazo. Abrazados me dijo- y ya cuando vuelva de la Luna de miel te seguiré contando… Si estás impaciente, siempre puede consultarle a Carlisle, que es un libro abierto.
Siguieron con las despedidas mientras les tirábamos arroz a los novios. Alguno más bruto que otro, como Emmet Cullen – con el que me reí bastante-. Y así se dirigieron, según me dijo Alice, a una isla perdida por el Brasil tropical, desde el coche de Edward, el cual estaba decorado con más flores extendidas en hileras y grandes lazos rojos de tejido ligero y vaporoso atados a una docena de zapatos nuevos de diseño que colgaban del parachoques trasero. Un dato curioso, y también caro… Seguro que era cosa de Alice.
De camino a la pensión, después de despedirme de los Cullen a quienes ya les tenía cariño, y de camino a Baton Rouge seguí pensando en lo que me dijo Edward, que no era humana porque él podía leer mis pensamientos cuando estaba cerca de vampiros o gente similar y no cuando estaba cerca de humanos. Era una razón que no había escuchado en mi vida… Pero nunca me había pasado cosas tan extrañas en toda mi existencia.