Mientras terminaba mis exámenes finales en la Universidad de Louisiana, estaba planeando una visita a mi familia de Phoenix, allí visitaría a mis abuelos y también a algunos tíos.
Había venido a vivir a Louisiana con mis padres hace 5 años y hace 2 años empecé la carrera. Decidí no compartir piso de estudiantes ni quedarme en una residencia de estudiantes dentro de la facultad, ya que mis padres cinco años atrás se compraron una gran casa, la cual nunca terminarán de pagar, al otro lado del lago que separaba mi universidad con Baton Rouge, la capital de Louisiana. Al cumplir los 20 decidí sacarme el carné de conducir ya que me costaba mucho ir de mi casa a la facultad en bici, y ya que siempre he sido de las chicas en baja forma. Y mi abuela me mandó dinero desde Phoenix para comprarme un pequeño y viejo coche. Así que de esta manera, con coche y carné, decidí empezar la universidad cómodamente, después de estar dos años trabajando como camarera en un hotel cercano.
Echaba mucho de menos a mis amigos y amigas de Phoenix. Allí lo había dejado todo tan sólo por acompañar a mis padres, ya que mi padre fue destinado a trabajar a Baton Rouge, a pesar de que ellos siempre me decían de no vender la casa de Phoenix para quedarme allí. Pero no, yo quería apoyarlos y empezar una nueva vida; no sabía por qué, pero tenía que hacerlo.
- Shasha cariño, ¿ya miraste los pasajes para ir a ver a la abuela? – me preguntó mi madre que pasaba por mi habitación.
- No, mamá. Pienso que es mejor ir hasta Phoenix en coche… ¡Y qué mejor que ir conduciendo yo misma! – Dije emocionada, a ver si colaba.
- De eso ni hablar. Hija son muchas horas al volante y tú tan solo llevas un año y poco conduciendo. Y es más, conducir por esta tranquila ciudad no tiene comparación ninguna con ir conduciendo por la autopista nacional hasta llegar a Phoenix. Es que ni dejaré conducir a tu padre- me dijo mi madre, un poco indignada.- Ya puedes ir buscando billetes de avión, mi niña.
- Vale mamá. Pero te recuerdo que aún me quedan dos exámenes anuales. Así que nos iremos después de que me den las actas en la facultad.
Nunca me dejaban correr riesgos estos padres míos… Y a mí me encantaban, aunque no lo demostrara.
Por la tarde-noche fui al centro comercial, ya que había reservado los billetes por Internet y había estudiado bien un tema del próximo examen. Allí recogería los billetes para no ir apurados cuando se acercara la fecha de irnos. Decidí pasarme por algunas tiendas de ropa y agenciarme un par de bikinis para llevarlos en Phoenix hasta que me llamaron al móvil.
- ¿Diga?
- Prima, soy Bella. ¿Cómo estás? – Era mi prima Bella, la que vivía en Phoenix.
- ¡Ay, Bella, que alegría escucharte! Bien, estoy bien, deseando que terminen los exámenes – se rió mi prima.- Ahora mismo acabo de recoger los billetes para irnos dentro de unas semanas para Phoenix, para verte y para ver la abuela. ¿A qué no te lo crees?
- Pues no. Pero hay un problema Shasha… - ya me preocupó mi prima. Ya estaba pensando que no iba a estar por allí y así no tendría con quien pasar el verano.
- ¿Qué sucede Bella?
- Pues que hace una temporada, como sabes, vivo en Forks con mi padre. Pues conocí a un chico desde que empecé el semestre, Edward. ¿De todo esto estabas al tanto no?
- Sí claro. ¿Cómo te va con el guapo de Edward? Te digo guapo, porque con la foto que me enviaste al email me lo dejaste muy claro- me reí.- ¿Y tú amigo Jacob, como está? – Ese amigo sí que estaba de muy buen ver. Aunque cuando éramos pequeñas habíamos ido juntas a Forks y conocíamos a Jacob, no me acordaba de su cara mucho.
- Pues Jacob bien, está muy bien – dijo pensativa.- Pero el problema es cómo me va con Edward…
- ¿Lo habéis dejado? No me lo creo. Lo siento- me anticipé.
- ¡No, no! Para nada lo hemos dejado. Sino que… ¡nos vamos a casar! – dijo atropelladamente.
- ¡¿Quééé?!- grité.- Lo siento tía, pero no me lo esperaba. Vale que os vaya bien, pero Bella… ¡tienes 18 años!
- Casi 19- me cortó.
- Vale, vale. Casi 19 años. Y yo tengo 21 y jamás se me ha pasado por la cabeza eso, prima.
- Ya. Pero te recuerdo que tu último novio fue en Phoenix, y tan solo tenías 16.
- Bueno, también es verdad – me relajé.
Dios hace cinco años que un tío no me toca – pensé preocupada.
- Pues Bella, dime que es lo que te da Edward, porque yo lo quiero- reímos las dos. ¡Cuánto echaba de menos a Bella!
- Bueno, déjate de payasadas tía. Y vete a cambiar los pasajes para un vuelo a Seattle, que es el aeropuerto más cercano de Forks. Mi madre o Charlie te irán a buscar. Te mando un mensaje al móvil con la fecha de la boda y la hora, para que te organices.
- ¡Vale! Ya verás cuando se enteren mis padres, van a flipar prima – dije aún un poco alucinada.
- De eso, estoy segura. Y busca un vestido bonito, que no sé por qué, estás en una tienda- río. Seguro que estaba escuchando la música a toda mecha que ponían en la tienda.
- Pues estaba buscando unos bikinis para Phoenix. Pero ya veo que tengo que buscar otro tipo de ropa. Bueno, Bella espero que todo vaya bien.
- Sí verás que sí, pero estoy con los nervios a flor de piel – me dijo nerviosa.- ¡Chao Shasha, da besitos a tus padres!- se despidió.
- Se los daré, y tu también a Charlie. ¡Adiós Bella!
Colgué a Bella y seguí mirando en la tienda. Me dirigí a la zona de vestidos de fiestas y todos me llamaban la atención… como desearía estar todavía trabajando para comprarme todos. En cambio, mi prima odiaba ir de tiendas. Empecé a reírme ligeramente al recordar que mi prima, más pequeña que yo, iba a casarse.
- ¿De qué te ríes tanto?- Me sorprendió un chico que estaba por la tienda.
- ¿Cómo? – Pregunté avergonzada y extrañada.
¡Qué guapo y qué porte tiene, Diosss! – esto de no tener novio desde hace años me hace pensar raro.
- No sé, es que estás mirando unos vestidos preciosos, como tú, y estás descojonada.
- Mmm, sí, puede ser- dije riendo.- Disculpa, por si te molesté riéndome yo sola, pero estaba sumida en mis pensamientos.
- No tranquila, no me molestas. Tienes una risa y una sonrisa muy bonita- dijo el chico, hasta que se me saltaron los colores.
O ahora o nunca – me dije.
- Pues muchas gracias por el no cumplido- me reí más. Pensaría que estaba loca.- Por cierto, me llamo Shasha – le extendí la mano para saludar.
Entonces él me cogió la mano y me besó muy caballerosamente- Y yo soy Bill.
¡Pero qué hace! Bueno, lo dejo. Que tíos como éstos no se ven mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario