domingo, 27 de septiembre de 2009

Capítulo 8. PRIMERA PARTE

Bill estaba mirando la oscuridad de la noche por la ventana del salón. Salí del baño de mi habitación y Bill no estaba allí, así que bajé. Para esto que iba a saber a continuación, debería ser más fuerte que nunca. Así que comencé a dar un paso hacia delante, toqué el hombro de mi vampiro y dije su nombre.
- Shasha, amor… Tranquila, no te pongas nerviosa – me dijo mientras me reconfortaba en sus brazos.- Vamos a sentarnos, así estarás más calmada.
Fuimos al sofá del salón de mi casa. Parecía mentira, que un vampiro que me conocía solo de algunas semanas, fuera a contarme quién era yo en realidad. Lo más normal habría sido mi familia, mis padres, mi prima Bella o incluso Edward… Él era el que me había metido toda esta incertidumbre.
- Shasha, ¿estás preparada? – Dijo Bill tocándome la rodilla. Así que cerré los ojos, esperando a escuchar la voz de Bill mientras me descubría una verdad terrorífica… Cerré los ojos, fruncí el cejo y cerré los puños… Escuché un aullido ahogado… Ese aullido era mío, provenía de mi garganta. Abrí los ojos y la boca, boquiabierta a lo que veían mis ojos.


Había una bola azul en medio de la nada, en mitad del salón, enfrente de nosotros. Radiaba electricidad y mucho frío. Toqué la mano de Bill, aun apoyada en mi rodilla; pero no, no era él el que soltaba frío…
- Shasha, ¿te encuentras bien? No te asustes y desaparecerá el resplandor… - me dijo Bill muy seguro… ¿Por qué coño tenía tanta seguridad en su voz…? No entiendo nada… y eso me cabrea demasiado…
Sin saber de dónde salió la fuerza que tenía en ese momento, cogí con mis manos un cojín para hundir mi cara en éste, y se destrozó tan solo con el mínimo tacto, con plumas y más plumas volando.
- Bill… - dije temblando,- ¿qué coño ha sido eso? Y no me digas que me tranquilice, porque ni me vas a convencer, ni lo voy a conseguir, cariño – le dije atropelladamente.
- Pues bueno si no conseguiré calmarte ni relajarte… tendré que hipnotizarte… - dijo con su sonrisa torcida particular, enseñándome los colmillos.
- ¡Eh, eh! ¡Para! Ahora no quiero ni cariñitos, no hipnotizaciones, ni sensualidades, ni sexo. ¡Ahora quiero saber mi verdad! Y estoy descubriendo poderes o cosas que tengo, que salen de mi cuerpo y de mis sentimientos y tú eres el único que sabe de esta zona quién soy… Así que tardas en decírmelo, vampirito…
- Vale, vale… Eres una bruja- me descubrió Bill, atropelladamente.


Entonces, me quedé en shock… ¿Una bruja? ¿Cómo que una bruja? ¿De esas con pócimas y escobas? ¿De las que le salen granos en la nariz? ¡Qué horror! A pesar de que mi mente estuviera maquinando a cien por hora, yo seguía en shock. Mi cuerpo no respondía a ningún estímulo, estaba fría como si no corriera sangre por mis venas… Escuchaba la voz de Bill llamándome para que reaccionara, zarandeándome y pasando las manos por mi cara para que le viese. Yo ni mú.
Entonces caí en un profundo sueño, un sueño del que no quería despertarme. Un cansancio me recorrió todo el cuerpo, haciéndome sentir sin ganas de moverme, ni tan siquiera soñar en mi inconsciencia. Solo quería hundir mi cabeza más fuerte en la almohada o, mejor aún, abrir un hueco en la tierra y meterme en lo más profundo. No quería saber nada de nada ni de nadie. No quería ni recordar los sucesos de esa noche ni las palabras tranquilizadoras ni reveladoras de Bill. Así que dejé la mente en blanco… durante muchas y muchas horas…

***
Olí un olor rico a chocolate caliente y sentí frío… Era raro, porque en Baton Rouge, por la época de verano, siempre hace un clima caluroso y pegajoso. Me sentí aprisionada al tener tantas capas de sábanas, edredones y mantas, pero no tenía calor, estaba a gusto. Quería abrir los ojos, pero no podía porque mis párpados llevaban mucho tiempo cerrados. Mi boca estaba pastosa y tenía sed. Aún así la abrí y solté un gemido.




- ¿Shasha? ¿Estás consciente? – Dijo… ¿Edward? ¿Qué hace Edward aquí? Necesito respuestas, pero primero me tranquilizaré. – ¡Ey, Bella! ¡Tu prima se despertó, creo! – Avisó Edward en voz alta. Para que saliera de dudas asentí con la cabeza.
- ¿Bella? Prima… ¡oh, prima! – Exclamó Bella, esperanzada.- Tengo tu mano cogida. Si te encuentras mejor, apriétame la mano, ¿de acuerdo? – Así lo hice.
- Bella, ¿dónde estoy? – Dije lentamente, para que me entendieran.- Tengo sed. Agua – articulé como pude.
- Edward, vete a por agua por favor – se dirigió a su marido. Shasha, tranquila, ¿vale? Desperézate poco a poco, y te contaremos todo.
- ¿Me contaréis? ¿Quiénes?
- Estamos aquí Edward, yo y Bill. Y no, no estamos en tu casa. Ni en Forks tampoco. Ahora shhh, cálmate – me tranquilizó Bella.- Y, cuando estés lista y te encuentres mejor, me avisas para ayudarte a levantar, ¿vale? – Asentí. Me recordé a mí misma que debería ser fuerte y no desmayarme otra vez cuando me recordaran qué había pasado y quién era yo… Aunque de algo me acordaba… Bruja…. Shhh, sé fuerte Shasha, ¡por dios!
Unas horas después, no sé exactamente cuántas, me encontraba apoyada sobre el cabecero de la cama donde yacía. Obviamente no era mi cama, ni ninguna otra conocida. Bella me había ayudado a incorporarme, me había traído un té para calmarme los nervios y me había puesto una sudadera polar, ya que yo llevaba un mini pijama de verano y que aquí la temperatura no era muy agradable. Desde que estaba más o menos consciente, ya con los ojos abiertos, solo habíamos estado en esta habitación Bella y yo. Pero ni habíamos hablado.
- Bella, tengo muchas preguntas – ella asintió,- pero primero quiero saber dónde está Bill.
- No te preocupes por nada Shasha, Bill y Edward están abajo, haciéndonos el almuerzo. Y no estamos ni en América.
- ¿Cómo que no estamos ni en América? ¿Dónde estamos pues? – Entonces me acordé: - ¿Y tu luna miel prima?
- Mi luna miel ha durado 2 semanas, hasta que recibimos las noticias de Bill y yo caí enferma. Así que Edward no lo dudó ni un segundo y le prestó ayuda.
- ¿Estás enferma? – Pregunté, ignorando todo lo demás.
- De eso ya hace una semana. Llevas inconsciente casi una semana y media prima. Y no estoy enferma, estoy embarazada.
- ¿Embarazada? ¿Los vampiros pueden tener hijos? ¿Y con humanos? – Esto cada vez me resultaba más confuso.
- Sí pueden. Pero es muy raro que pase. Pero como yo soy el bicho raro de siempre, pues eso, me ha tocado – me explicó mi prima.- Bueno, ya hablaremos de mi embarazo más extensamente Shasha. Ahora estoy preocupada por ti, ¿cómo te sientes? – Me preguntó retomando el tema.
- Pues bien… No sé, tengo el cuerpo cansado y ni siento frío ni calor. Al despertar tenía los párpados muy cansados, pero supongo que se debe al llevar tanto tiempo dormida.
- No, no estabas durmiendo. Entraste en un modo de inconsciencia, el cual se llama drummy. En la drummy, tu cuerpo, tanto exterior como interior, tanto físico como psíquico, empieza a cambiar, a levitar, a transformarse en lo que eres… - Bella, se calló, dándose cuenta que cometía un error.
- No, no pares de decir lo que estabas diciendo. Sé lo que soy, o al menos lo que me dijo Bill. Una bruja, ¿no es así?
- Sí, una bruja. Mejor dicho, una bruja celta. Este tipo de brujas provienen de siglos y siglos atrás. Poco después de los primeros años de vida en la Tierra. No te asustes Shasha, eres una bruja buena, de magia blanca. Ya lo irás viendo…
- Pero… ¿por qué me he convertido en esto?
- Esto sucede de generación en generación, solo con las mujeres de la familia. Pero no por parte de nuestras madres, sino de tu padre.
- Pero mi padre es hijo único… Es decir, ¿mi abuela era bruja?
- Sí. Así que si te sirve de consuelo, al morir tu abuela, dejó unos escritos y unos libros especialmente para ti. Los tiene tu padre… Así que cuando volvamos a Baton Rouge, le preguntas por ello. Él no sabe nada de la existencia de las brujas, así que ten cuidado.
- Vale… ¿Y dónde estamos?
- Estamos en Krems, un pueblo cerca de Viena, la capital de Austria. Viena es de origen celta. Bill investigó y tus antepasados primeramente se asentaron aquí – me explicó Edward, que traía en una bandeja un desayuno para mí.
- Así que hemos concertado una cita con una mujer llamada Amelia, es una bruja celta con algunos rasgos similares a los tuyos. Vendrá por la tarde, así que tienes tiempo de organizar tu cabeza y tus ideas, ¿vale cariño? – Me dijo Bill desde la puerta.
- Ah, gracias… Gracias por todo – dije algo confundida.- Si no os importa, me gustaría meterme en la ducha y aclararme las ideas debajo de un chorro de agua caliente.
Bill me dio un beso en la mejilla y me ayudó a pisar el suelo. Éste estaba frío, así que me cogió en brazos hasta dejarme en la alfombra del baño contiguo a la habitación. Ya, por mí sola, regulé los grifos hasta dejar el agua casi ardiendo, me quité lo que llevaba puesto, me senté en el suelo de la bañera y me empapé de agua caliente. Cerré los ojos y me relajé profundamente, sentía cada gota de agua como un puñal en mi cuero cabelludo, hombros y espalda, tenía tal cansancio en mí que sentía como si cada gota pesara 100 kilos. Cuando ya sentí que en mi espalda salía sarpullidos de los chorros de agua ardiendo y de su presión, me incorporé con cuidado, pues aún seguía algo mareada, me apoyé en los azulejos y respiré hondo. Instantáneamente, quise continuar, pero no solo continuar con el enjabonado de mi pelo y de mi cuerpo, sino continuar con mi vida, en la cual debía asumir quien era yo. Por tanto, continuar, o tal vez empezar, con la vida que lleva una chica de casi 22 años siendo una bruja celta.



Cuando salí del cuarto de baño, ya no me esperaba nadie en mi habitación, así que me vestí con ropas que me había dejado Bella sobre la cama y bajé las escaleras contiguas al dormitorio. Abajo se encontraba la cocina, el salón y la salida a un jardín. Miré el reloj y aún era de día, miré hacia las ventanas y pude comprobar que había persianas de aluminio, especiales para vampiros como Bill.
- ¡Hola! – Le dije a Bill, mientras me sentaba a su lado en el sofá del salón. Me dio un beso en la comisura de los labios y me dedicó una sonrisa preciosa.
- ¿Cómo estás preciosa?
- Bien… En serio, mucho mejor. Solo tengo una pregunta… ¿Cuándo empezaré a notar los cambios de mi transformación? Ya sabes… ¿Cuándo se me verán arrugas y verrugas feas? – A lo que Bill contestó con una carcajada tremenda. - ¿Qué pasa? ¿He dicho alguna tontería Bill?
- No, no preciosa. Es que te llevas mucho por las películas. No todas las brujas son así: feas y horrendas. Más bien de esas quedan pocas y viven en sitios recónditos del planeta, ese tipo de brujas son malvadas. Pero tú… Tú serás de esas brujas con su belleza y apariencia normal, como una humana. Con tu belleza, tienes el mismo don que los de mi especie, es para llamar la atención de los humanos, para incitarlos a que vengan a ti, para, quien sabe, o seducirlos o sonsacarles información.
- ¿Y me ves algún cambio en mi apariencia física? Porque yo no me veo más bella Bill.
- No, yo no puedo apreciar nada. Primero, porque al tener tú magia blanca, yo también soy bueno y no distingo nada que me llame la atención; y segundo, no soy humano para apreciar ese tipo de cosas. Pero tú sabes que para mí eres muy hermosa amor – dijo Bill, poniéndome una mano en mi muslo y mirándome con ojos ardientes.




- Bill… - me quejé.
- Tranquila Shasha… Aún quedan unas cuantas horas para que venga la visita de la bruja celta… - Entonces me tocó más arriba de mis muslos y solté una descarga eléctrica y Bil se alejó.
- ¿Qué pasa? ¿Tú también los has sentido?
- Sí… ¡Guau! Si dijera que estoy vivo, te diría que casi se me para el corazón o que tengo los pelos de punta, o alguna expresión de esa… - Dijo riéndose.- Tú ya me entiendes.
- No me hace gracia Bill. Sé que lo he hecho yo, sentí toda esa energía salir de mi cuerpo Bill – le dije seria.
- Perdona amor, es que hace tiempo que no sentía una sensación así. ¿Edward? ¿Puedes venir un momento? – Alzó la voz porque Edward estaba con Bella preparando el almuerzo. Edward salió con un delantal de la mano de Bella, quien tenía la cara blanca de harina, los dos riéndose como los dos recién casados que eran.


- ¿Qué pasa Bill? – Dijo riendo Edward, mostrando esos dientes tan blancos y perfectos que relucían y con su sonrisa torcida. Acto seguido, sentí otra descarga eléctrica que tiró a Edward de espaldas arrastrándolo hasta el suelo de mármol de la cocina.
- ¡Oh oh! – pronunciaron mis labios. – Me temo que también lo he hecho yo. Y estoy preocupada.
- ¿Cómo has hecho eso Shasha? Si no has ni tocado a mi marido – dijo Bella interesada.
- No lo sé. Con Bill sentí la misma energía, pero él me estaba tocando… Acercándose a una zona íntima – dije avergonzada.
- A ver, inténtalo conmigo prima. Mírame, tócame o piensa en mí de alguna manera particular – dijo Bella, intentando ayudarme.
Así lo hice. Primero la miré fijamente, después la toqué, por todas partes – suerte que era mi prima-, y por último pensé en ella, en nuestro pasado, en nuestro presente y en ella con Edward. Nada. Después se me ocurrió pensar solo en Edward, como si no estuviera casado con ella, y entonces sucedió. Otro choque de energía golpeó a Edward y esta vez lo sacó de la casa por la ventana. La ventana se hizo añicos y entró el sol con fuerza. Bill estaba distraído leyendo un libro cerca del piano que había en el salón. Corrí con fuerza, una fuerza suprema que nunca hubiera sido capaz que podía correr así y empujé a Bill por las escaleras hacia abajo del sótano. Él me miraba todo sorprendido y bajé con él.


- Pero, ¿qué sucede mi amor?
- Te tienes que quedar aquí hasta que anochezca. He empujado a Edward, no sé cómo, con esa energía extraña que emana de mí, hacia la ventana, la cual se hizo pedazos y entran muchos rayos de sol. Lo siento mucho Bill – le dije rápido y con lágrimas en los ojos.
- No pasa nada mi vida – me reconfortó é, acariciándome el pelo.- Bueno, podrían una tele, unas botellitas de “Sangre Fresca” y unos libros… Así paso la tarde, ¿no crees?
- Pero, ¿has descansado algo?
- Sí, sí ayer dormí día y noche. Ya que Edward no duerme, pues aproveché por si hoy despertabas y lo aprovechaba contigo nena.
- Vale, en seguida te bajo las bebidas y los libros. Y, cuando pueda, Edward una tele, ¿de acuerdo? ¿Estarás bien mientras almorzamos Bella y yo?
- Sí, no te preocupes. Yo como más tarde – dijo dándome un beso en la mejilla, para después posar los labios sobre los míos. Sentí esa energía pero supe manejarla apretando mis puños. No quería hacerle daño al hombre que quería, así que controlé esa energía todo lo que pude. No sirvió de mucho, ya que un poco traspasó al cuerpo de Bill, haciéndole reaccionar separándose de mí y mostrándome una erección.
- Ey, nena. La acabo de sentir – me dijo dulcemente.- Pero mejor no vayamos a usar la energía. Vamos a esperar a que venga la bruja celta después. ¿Vale?
- ¿Qué pensabas? ¿Qué me iba a aprovechar de la situación Bill? – Le dije pícaramente y con una sonrisa un poco sensual. Seguí dándole dulces besos en sus labios y lamiendo sus colmillos hasta que escuché la voz de Bella llamándome.- Bueno, vamos a parar ya –dije ahogadamente,- que seguramente que ya está lista la comida cariño.
Le di un último beso de despedida a mi vampiro y me dirigí escaleras arriba a comer. Bella, junto con Edward, había preparado una ensalada de col, unas empanadas de manzana y, de postre, unos brownies de chocolate. Todo muy americano, sí señor. Vi que era mucha comida para las dos. Bueno, lo que sobre para mí vampiro castigado del sótano – pensé asombrada por toda la comida. En cuanto nos sentamos en la mesa Bella y yo, tocaron el timbre. Bella fue a abrir y saludó con la mano a alguien.
¡Vamos! ¡Qué pintas tengo yo para visitas!
La persona que entró antes que Bella era una mujer mayor, de unos 50 y algo. Era una mujer preciosa, a lo mejor tenía más edad y no los aparentaba. Con pelo blanco, mechado con negro, y un corte champiñón, se dirigió a mí e inclinó la cabeza. Le mostré mi mano para saludarla como era debido. Pero ella me cogió y me la viró, la cual quedaba con la palma hacia arriba. Trazó un par de líneas por la palma, la cual me hacía cosquillas pero no era la energía. Yo la aceptaba a ella, aceptaba su contacto. Después murmuró un “mmmm” e inclinó la cabeza de nuevo. Le toqué el hombro y dije:
- Hola, señora. Soy Shasha Douglas…
- Shasha… - y empezó a hablar en otro idioma.
- Shasha, no te asustes – me previno Edward.- Solo habla en su idioma natal. En celta. No sabe hablar inglés, pero sí alemán. Tranquila, yo haré de traductor.
La señora y él empezaron a hablar en la mesa. Por lo que había cogido de la conversación la mujer se llamaba Amelia, como ya sabía; de resto nada más. Me quedé a la espera, hasta que Bella se fue al sótano a llevarle algo a Bill. Entonces Edward cerró los ojos, se concentró y los abrió de par en par. Me miró fijamente, parecía que tenía más pupila que el resto del ojo y me dijo seriamente:
- Entonces, es verdad. ¡Existen! – Dijo casi chillando. Tenía pánico en los ojos.

**Gracias Cuquita mía por la fotito!!**

lunes, 7 de septiembre de 2009

Capítulo 7

>>Estaba profundamente dormida cuando sentí su mano fría sobre mi espalda. Luego se posó en mi cara y dibujó líneas imaginarias y muy suaves con dedos largos y fríos como el hielo, que con el contraste de mi piel tan caliente, me hacía poner muy mala.
- Perdón primita, ¿te he despertado? – Me dijo una voz aterciopelada.
Primita… ¡Dios mío! ¡Es Edward! ¡En mi cama! ¡Qué suerte…! – Pensé maravillada.
- Mmmm Edward… Si me despiertas con esa voz tan dulce ni amago de enfado tengo.
- Y si ¿te hago esto? – Dijo acercando su boca a mi oreja y chupando el lóbulo, mientras con la otra agitaba fuertemente mi clítoris.
- ¡Aaahhggrr! – Solté. Y, sí, también tuve un orgasmo.
- Así me gusta, buena chica – dijo él limpiándose sus dedos con su boca.
No me podía creer que estuviera con el marido de mi prima… ¿Dónde estaba Bella? ¿Y Bill? No podía estar haciéndoles esto. Aunque Bill no es mi novio aún, y Bella es mi prima, no puedo traicionarla…
- Shasha, ¿estás despierta? - Otra voz me desconcentró de mis propias cavilaciones.
- ¡Shasha!...<<

-¡Shasha querida! – Me despertó Bill. ¡Menos mal! – pensé.
- ¡Ay Bill! – Dije abrazándole.
- He estado aquí desde que tus padres se han quedado dormidos… No he podido volver a Bon Temps sin despedirme como es debido de ti.
- ¿Despedirte? ¿Te vas algún lado cielo? – Le pregunté confusa.
- No, no me voy a ningún lado. Me refería a despedirme de ti en Forks, en nuestro nidito de amor – dijo con una voz profunda y sensual.
- ¡Ah! Eso me gusta más. ¡Ven aquí!
Él se acercó, me colocó mi pierna en su cadera y me tomó la cara con ambas manos.
- No, ¡ven tú aquí preciosa! – Y me plantó un beso profundo mientras nuestras lenguas bailaban una danza amorosa, mientras nuestras manos llegaban a todas partes de nuestro cuerpo, mientras de nuestras gargantas salían profundas respiraciones y gemidos.
- ¿Sabes una cosa? En la boda me daban ganas de alzarte sobre una mesa y hacerte mía Shasha. Estabas muy sexy con ese vestido –dijo Bill mientras me provocaba deseos muy impuros.
- No me digas la palabra sexy dos veces cariño porque… porque… - dije mientras me besaba el cuello y me rozaba con sus colmillos. Si ya los había sacado era porque estaba excitado. ¡Genial! Ya somos dos.
- ¿Porque qué preciosa? – Dijo sobre mi cuello, al cual le estaba dedicando tiempo.
- Porque no podré responder de mis actos Bill… - Dije necesitando aire.
- Mmmm, ¿estás segura Shasha? Porque tus pantaloncitos de pijama no dicen lo mismo.
- ¿Cómo? – Dije incorporándome.
- Pues, aparte de no llevar braguitas, por lo que siento, también estás un poco húmeda cariño – y posó su mano en mi entrepierna.
- ¡Ay Bill! ¿Acaso no sabes lo que me haces sentir? – Mentí. Yo sabía perfectamente que no estaba así sólo por Bill, sino además por el sueño que había tenido con Edward. Sueño que me quería quitar de la mente sí o sí.
De repente me desmayé…
** Edward estaba en el avión junto a mi prima, cerca de la ventanilla. Bella estaba dormida y él leyendo la revista que ofrecía el avión. **




¡Una visión! He tenido una visión o ¿son cosas mías? No pueden ser cosas mías… era muy real…
- ¡Shasha! – Escuché desde mis propios pensamientos a Bill desesperado, intentando reanimarme.
- Estoy bien, estoy bien Bill – dije abriendo los ojos e intentando incorporarme. - ¡Ay! No puedo… Mi cabeza, me da vueltas.
- Tranquila… Estás débil. No sé qué te ha pasado amor – un momento, Bill me ha llamado “amor”,- estabas pensando o qué sé yo sobre por qué estabas tan excitada ahí abajo cuando te desmayaste… No lo entiendo Shasha.
Yo sí que lo entiendo ahora. Según pensé el motivo por el cual estaba excitada -Edward- me desmayé y tuve ese sueño o visión de Edward con mi prima. ¿Sería eso a lo que se refería Edward? Necesitaba descansar y mañana pensar más detenidamente. Necesitaba tener el número de Edward para llamarlo y que me explicara, o sino a su padre. Tendría que averiguar las cosas sin resolver que me había metido mi primo postizo en la cabeza…
- Bill, lo siento mucho. Estoy bastante confundida. No sé lo que me ha pasado. Tendré las defensas bajas o algo por el estilo. Pero necesito dormir, y mucho. Estoy bastante cansada.

- No pasa nada preciosa – dijo dándome un beso en la frente. – Te dejaré descansar.
- Lástima que esté cerca el amanecer y no puedas acurrucarte un poco conmigo…
- Ya lo sé preciosa. Deberé meterme en mi ataúd, que ya noto un poco la claridad.
- Vale.
- Hasta otro día, ¿vale?
Vale – le dije. Cuando ya estuvo dispuesto a irse por mi ventana le dije- Bill, sé que es pronto para sentir cosas, pero yo te… aprecio. Mucho – no sé ni por qué lo dije.
- Yo también siento cosas muy especiales por ti Shasha, aunque no tenga un corazón latiendo por mí. Creo que tú llevas en tu interior ambos corazones.
Entonces me levanté y corrí hacia él. Lo abracé y le besé profundamente. Quizás lo que sienta por Bill sea un gran amor y lo de Edward solo deseo y pasión –aunque fuera en mis sueños-.




***

En la semana siguiente me llamaron para trabajar en un centro comercial como dependienta en una librería para cubrir una baja. Además me encantan los libros. A mí me venía bien, porque mis ahorros no me llegaban para cubrir mis gastos, no me gustaba que mis padres me pagaran todo cerca de cumplir los 22 años.
Había visto a Bill un par de noches al cierre de la tienda y habíamos ido a cenar. Él procuraba que en esos días tuviera hambre para poder compartir las cenas conmigo. Había tenido más visiones del presente de mi prima y Edward, y también de Edward solo. La verdad que aún no entendía el por qué de esto y quería averiguarlo urgentemente. No sabía si contarle mis preocupaciones de mis visiones extrañas a Bill, ya que no estaba enterada de si Bill sabría que Edward tenía el don de leer el pensamiento, de lo cual había surgido el que yo fuera rarita según Edward. A lo mejor podía tratar el tema omitiendo a Edward. Bill era el ser no humano que más cerca tenía y con el que más hablaba, y las cosas que me pasaban no eran muy humanas que digamos.
Una noche, al cierre de la tienda, Bill me vino a buscar, traía compañía. Supe enseguida que era un vampiro, fundamentalmente por la tez tan pálida de este hombre y su gran belleza. Yo pensaba que esa noche iríamos a mi casa a intimar un poco… Mis padres se habían ido, desde hoy, a Seattle unos días a ver a mi abuela, así que aprovecharía un poco. Pero no, Bill traía compañía.
- ¡Hola preciosa! – Me dijo Bill dándome un beso en los labios, orgulloso.
- Hola, cariño. ¿Quién es tu amigo? – Pregunté, empezándome a mosqeuar.
- Es un amigo vampiro, que está de visita por el sur con su shellan.
- ¿Su qué?
- Su shellan es su pareja. Es de otra raza de vampiros. Vampiros que no los convierten, sino que lo llevan en la sangre desde que nacen.
- ¡Ah! Ya sé. En el libro que me dio Bella salía su descripción. Y… ¿no me lo presentas?
- No sé. Es que, él y su familia, no se relacionan con los humanos…
- Para. – le detuve.- Que del asunto humanos tendremos que hablar…
- ¿Cómo? – Dije Bill confuso. ¡Normal Shasha!




- Al final he decidido presentarme yo solito – dijo el vampiro. Era rubio, de un pelo brillante. Muy guapo y de grandes músculos. – Me llamo Rhage. Y esta es mi shellan, Mary. Ella no es vampira. Como tú, pequeña.
¿Pequeña? ¿Qué se cree este? Que por tener más de 100 años me puede llamar pequeña…
- Hola – dije después de aclararme la garganta- Soy Shasha. Y soy la shellan de Bill.
Y los tres empezaron a reír. No entendí nada. Otra cosa más a la cuenta.
- Ay, Shasha. No te preocupes. Pero una persona es la shellan o la hellren de alguien cuando se está enamorado – dijo Bill seguro. No le podía asegurar a Bill que algún día me enamorara de él, pero le tenía mucho cariño. Así que vale, lo acepto. No soy shellan de nadie – me aclaré en el subconsciente.
- Pues disculpadme. Soy la chica que anda siempre con Bill. Nos estamos conociendo… y eso. Sois los dos vampiros, ¿no?
- No, yo soy humana. Pero tengo una especie de maldición, que me conviene, por supuesto. Puedo vivir el tiempo que yo quiera para estar junto a Rhage en la eternidad, todo con el mismo aspecto físico – dijo orgullosa. ¡Qué bonito! Pero en vez de maldición, me parece una bendición.
Seguimos la noche hablando, y nos fuimos a cenar los cuatros juntos. Este vampiro y Mary sí que comían.
Después de la cena Bill me llevó a casa y cuando se vino a despedir de mí con un beso en los labios le dije:
- ¿Tienes algo que hacer Bill?
- ¿Yo? No. ¿Por qué lo preguntas?
- Porque me estás diciendo adiós ya.
- No te entiendo querida. Como todas las noches te digo adiós en el coche… - empezó a decir confuso.
- Shh. Esta noche es diferente, y también unas cuantas por delante. Mis padres no están. Se han ido a Phoenix.
- Ahh… Con eso se me viene a la cabeza un par de ideas Shasha…
Y de repente ya estábamos subiendo las escaleras hacia mi cuarto mientras Bill me había cogido en brazos. Me depositó en la cama con mucho cuidado, como si fuera de cristal y se empezó a desabotonar la camisa. Le negué con la cabeza y seguí haciéndolo yo por él. Él empezó a bajarme los pantalones…




- Ay Shasha, llevo esperando este momento hace casi dos meses…
Yo también nené, y yo también… Me quité la camisa del trabajo como pude y empecé con su cinturón. Le metí la mano debajo de sus bóxers y ahí estaba tan duro como la última vez, en Forks. Lo echaba tanto de menos. Era algo sensacional sentir que alguien esté así por ti. De repente, empezó a besarme con locura y dulzura como antes lo había hecho, sin prisas. Era temprano, ni medianoche, cosa que me gustaba, pues aún quedaban 6 horas de tranquilidad junto a Bill.
- Shasha, ¿qué te pasa? No has dicho ni una sola palabra…
- Nada. Solo disfruto del momento Bill. Me haces sentir tan bien y feliz…
- Y tú a mi tan humano…
Y paré en seco, me senté en el borde la cama. Aún no sabía si era humana o qué. Bill se acercó a mí, confuso. Pero no más de lo que lo estaba yo.
- ¿Qué sucede?- Dijo Bill, mientras apoyaba su mano contra mi muslo, haciéndome sentir más caliente aún.
Tenía que aclarar mis pensamientos, así que le aparté con la mano.
- ¡Ugh! – Exclamé. En vez de apartarlo, lo empujé hacia el cabecero de mi cama. ¿Cómo lo había hecho? ¿Con qué fuerza? No sabía la respuesta de ambas preguntas. Sería eso lo que me pasaba.
- ¿Qué fue eso Shasha? – Dijo Bill con los ojos como platos.
- No sé, Bill. Primero Edward no podía leer mis pensamientos, después solo los leía cuando estaba junto seres no humanos, y luego me soltó que no era humana – dije apresuradamente, sin saber si hacía lo correcto o no, mientras lloraba con lágrimas muy gordas. – No entiendo nada Bill…
- Tranquila amor – dijo mientras me abrazaba, con cuidado de no apartarlo de nuevo, así que me sujetó con firmeza entre sus bíceps. – Averiguaremos qué pasa.




Y así, abrazados, mientras Bill me reconfortaba con sus caricias, nos quedamos cerca de dos horas. De repente, a la vez que pensaba en lo frustrada que me encontraba con mucha furia, miré hacia la calle a través de la ventana. Y ésta, se hizo añicos.


- ¡Mierda! ¿Por qué me está pasando esto? – Dije, echándome a llorar de nuevo. Sabía que había sido mi furia la que había roto la ventana.
- Shasha… No te preocupes, yo te lo pago antes de que vuelvan tus padres.
- No, no es eso Bill. Por la ventana da igual. Es que mi vida me iba maravillosamente bien desde que te conocí, y desde que llegué de Forks me ha pasado esto de hoy y he tenido visiones del presente.
- ¿Visiones? ¿De tu vida o vida ajena?
- No, de la vida de Edward y de Bella. No lo entiendo. Los he visto en su luna miel… Y hoy esto de tener una especie súper fuerza y empujarte y de hacer añicos la ventana mientras estaba furiosa. Ha sido todo de repente.
Bill se quedó pensativo. ¿Lo estaría asustando con mis locuras? Pero ahí se quedó, en la misma posición en la que se quedó mientras pensaba. Le toqué con cuidado, pero no respondió. Me aburría y eran las 3 de la mañana. Cogí y abrí el portátil. Y abrí el correo. Iba a conseguir el correo de Edward para que me aclarara todas mis dudas. Pero tenía un correo electrónico de Alice. Interesante…
*Hola Shasha, ¿qué tal estás? Tengo que hablar contigo urgentemente de lo que te va a pasar o te está pasando. Lo he visto en mis visiones hacia el futuro, ¿te acuerdas de que tenía ese don? Toma mi número de móvil. Llama cuando quieras. No duermo, no lo olvides. Besos, Alice Cullen.
- Tengo un correo de Alice, la hermana de Edward Cullen, Bill - ¡por fin reaccionó! Se posicionó a mi lado y leyó la pantalla del ordenador.
- Llámala ¿a qué esperas? Me imagino qué te sucede, pero no te quiero asustar Shasha. Mejor una fuente fiable que mis propias cavilaciones.
- Pero tengo miedo Bill, tengo miedo a qué me dirá, a descubrir la verdad.
- Pues déjame su número. La llamaré yo, ¿estás de acuerdo? – Dijo, mientras yo afirmaba con la cabeza.
Bill se fue abajo a llamarla, quizás para que no escuchara toda la conversación y no me asustara. Yo me acosté en la cama, esperando su respuesta y quedándome dormida.
Me despertó un susurro, el cual no escuché, y una mano menos cálida que de costumbre, ¡qué raro! Esa mano me rodeaba fuertemente y me acariciaba de vez en cuando. Era Bill, por supuesto, que me estaba reconfortando e intentando no despertarme para que descansara de gran susto que aún llevaba encima. Todavía seguía con mis bragas y mi sujetador. Con todas las cosas que habían pasado no me había vestido, y ni me había acordado qué llevaba puesto.
- ¿Estás mejor, preciosa?
- Más tranquila exteriormente, sí – le dije, sin querer pensar en lo intranquila que me encontraba.
Me di la vuelta y lo abracé fuertemente. Le miré a los ojos y besé sus párpados, siguiendo por sus mejillas, su nariz hasta, finalmente, sus labios. Me besó con suavidad y se entregó a mí, en cuerpo y alma, cosa que no sabía si tenía al completo. Me puse encima de él, a horcajadas y dirigí mis manos al broche de mi sujetador.
- No, mejor no. Quítamelo tú – y así lo hizo.
Hacía años, desde los 16 años que no hacía el amor de verdad con alguien. Había tenido alguna canita al aire con chicos de la facultad, del instituto en Phoenix y de amigos de mis amigas, pero en eso se quedaron en nada. Eran rollitos de primavera, como los llamaba yo cariñosamente. Con algunos repetía y a otros no los volvía a ver en la vida. Antes de Bill, había un chico especial, un repartidor de pizzas que se quedaba toda la noche en mi casa, cuando mis padres estaban en Nueva Orleans por asuntos de trabajo. Este chico me hacía adquirir experiencia sexual, pero de ahí a algo mayor e importante no. Pero me hacían pensar en que hacía muchos años que un tío no me tocaba de verdad, como mi antiguo novio de la adolescencia.
Con Bill, me sentía insegura, ya fuera por su edad o su experiencia, me sentía pequeñita y parecía hasta virgen. Pero cuando rozaba sus manos y sus dedos por mis ingles y suspiraba en mi oreja, me volvía loca. Y parecía la puta de Shasha Douglas.
Así que me deshice de mis bragas tras Bill tocarme la espalda justo cuando me arqueaba hacia él. Sacó sus colmillos a la luz, lo que me ponía muy cachonda. Empezó con mis pezones y volvió a mis labios, mientras yo agarraba firmemente su pene y lo introducía hacía mí. Tras hacerlo, sentí estar entre el sol y la luna a la vez. Estaba ardiendo por dentro, mientras Bill me hacía estar en los polos de la Tierra. Su frialdad y longitud me produjo tal placer que me quedé paralizada encima de él y grité con un suspiro proveniente desde mi misma alma, por lo menos. Gemí, mientras yo empezaba a botar sobre él, gemí mientras agarraba con fuerza mis pechos, gemí mientras me agarraba el culo, gemí mientras empezaba él a tomar el control y me daba duro.


Entonces quedé bajo su pecho y levantó mis piernas hacia sus hombros. Este movimiento fue totalmente divino, hizo que tocara el cielo y me corriera de inmediato, jadeando y gritando. Nada más hacerlo, abrió mis piernas, se agachó y lamió de mí. Me sonrió con picardía mientras yo estaba perdida entre mis propios ojos en blanco.
- Shasha, déjame que te pruebes. Bésame – y le besé. Saboreé de mí misma, notando mi calidez propia y la fría lengua de Bill. Entonces jadeé.
Bill se acostó a mi lado, dándole la espalda, y me cogió uno de mis muslos. Se introdujo dentro de mí y empezó de nuevo la locura, las infinitas sensaciones, el placer, la lujuria y el deseo de besarle. Sin más me besó y quedé debajo de su pecho nuevamente. Comenzó a decir mi nombre repetidas veces hasta que hubo un nombre final…
- ¡Shasha! – Gritó mientras gemía y se corría…
Le acaricié su pelo negro, ese endiablado pelo alborotado por la pasión.
- Te quiero Shasha… - Dijo Bill de repente.
Mis ojos se abrieron como platos. ¿Quererme a mí? ¿Ya? ¿Por qué? ¿Y yo? ¿No le digo nada? Entonces, le besé en los párpados de sus ojos, como a él le gustaba y me dirigí al baño. Me encerré y me senté en el wáter, pensando lo maravilloso que había sido tanto para mí como para él. Nadie me había tratado con tanta delicadeza ni ternura ni con tanto… amor…
- ¿Shasha? – Dijo mi amante mientras golpeaba levemente la puerta del baño. - ¿Estás bien amor? – Otra vez esa palabra…
¿Qué estaba ocurriendo? ¿Qué sentía por Bill? Sin ton ni son derramé algunas lágrimas de felicidad mezcladas con las de confunsión.
- No pasa nada, Bill. Solamente estoy feliz- dije atropelladamente.
- ¿Y por qué lloras? No olvides el oído agudo de tu vampiro.
Mmmm, mi vampiro…
- Por nada Bill, soy un poco tonta. Yo también te…
- Espera – me cortó en seco en medio de mi confesión. ¡Mierda!- Primero tenemos que hablar de algo más importante mi vida.
- De acuerdo – y salí del baño. De una vez por todas, sabría mi verdad. Sabría quién era de verdad Shasha Douglas.
Vamos a afrontarlo nena…