- Perdón primita, ¿te he despertado? – Me dijo una voz aterciopelada.
Primita… ¡Dios mío! ¡Es Edward! ¡En mi cama! ¡Qué suerte…! – Pensé maravillada.
- Mmmm Edward… Si me despiertas con esa voz tan dulce ni amago de enfado tengo.
- Y si ¿te hago esto? – Dijo acercando su boca a mi oreja y chupando el lóbulo, mientras con la otra agitaba fuertemente mi clítoris.
- ¡Aaahhggrr! – Solté. Y, sí, también tuve un orgasmo.
- Así me gusta, buena chica – dijo él limpiándose sus dedos con su boca.
No me podía creer que estuviera con el marido de mi prima… ¿Dónde estaba Bella? ¿Y Bill? No podía estar haciéndoles esto. Aunque Bill no es mi novio aún, y Bella es mi prima, no puedo traicionarla…
- Shasha, ¿estás despierta? - Otra voz me desconcentró de mis propias cavilaciones.
- ¡Shasha!...<<
- ¡Ay Bill! – Dije abrazándole.
- He estado aquí desde que tus padres se han quedado dormidos… No he podido volver a Bon Temps sin despedirme como es debido de ti.
- ¿Despedirte? ¿Te vas algún lado cielo? – Le pregunté confusa.
- No, no me voy a ningún lado. Me refería a despedirme de ti en Forks, en nuestro nidito de amor – dijo con una voz profunda y sensual.
- ¡Ah! Eso me gusta más. ¡Ven aquí!
Él se acercó, me colocó mi pierna en su cadera y me tomó la cara con ambas manos.
- No, ¡ven tú aquí preciosa! – Y me plantó un beso profundo mientras nuestras lenguas bailaban una danza amorosa, mientras nuestras manos llegaban a todas partes de nuestro cuerpo, mientras de nuestras gargantas salían profundas respiraciones y gemidos.
- ¿Sabes una cosa? En la boda me daban ganas de alzarte sobre una mesa y hacerte mía Shasha. Estabas muy sexy con ese vestido –dijo Bill mientras me provocaba deseos muy impuros.
- No me digas la palabra sexy dos veces cariño porque… porque… - dije mientras me besaba el cuello y me rozaba con sus colmillos. Si ya los había sacado era porque estaba excitado. ¡Genial! Ya somos dos.
- ¿Porque qué preciosa? – Dijo sobre mi cuello, al cual le estaba dedicando tiempo.
- Porque no podré responder de mis actos Bill… - Dije necesitando aire.
- Mmmm, ¿estás segura Shasha? Porque tus pantaloncitos de pijama no dicen lo mismo.
- ¿Cómo? – Dije incorporándome.
- Pues, aparte de no llevar braguitas, por lo que siento, también estás un poco húmeda cariño – y posó su mano en mi entrepierna.
- ¡Ay Bill! ¿Acaso no sabes lo que me haces sentir? – Mentí. Yo sabía perfectamente que no estaba así sólo por Bill, sino además por el sueño que había tenido con Edward. Sueño que me quería quitar de la mente sí o sí.
De repente me desmayé…
** Edward estaba en el avión junto a mi prima, cerca de la ventanilla. Bella estaba dormida y él leyendo la revista que ofrecía el avión. **
¡Una visión! He tenido una visión o ¿son cosas mías? No pueden ser cosas mías… era muy real…
- ¡Shasha! – Escuché desde mis propios pensamientos a Bill desesperado, intentando reanimarme.
- Estoy bien, estoy bien Bill – dije abriendo los ojos e intentando incorporarme. - ¡Ay! No puedo… Mi cabeza, me da vueltas.
- Tranquila… Estás débil. No sé qué te ha pasado amor – un momento, Bill me ha llamado “amor”,- estabas pensando o qué sé yo sobre por qué estabas tan excitada ahí abajo cuando te desmayaste… No lo entiendo Shasha.
Yo sí que lo entiendo ahora. Según pensé el motivo por el cual estaba excitada -Edward- me desmayé y tuve ese sueño o visión de Edward con mi prima. ¿Sería eso a lo que se refería Edward? Necesitaba descansar y mañana pensar más detenidamente. Necesitaba tener el número de Edward para llamarlo y que me explicara, o sino a su padre. Tendría que averiguar las cosas sin resolver que me había metido mi primo postizo en la cabeza…
- Bill, lo siento mucho. Estoy bastante confundida. No sé lo que me ha pasado. Tendré las defensas bajas o algo por el estilo. Pero necesito dormir, y mucho. Estoy bastante cansada.
- No pasa nada preciosa – dijo dándome un beso en la frente. – Te dejaré descansar.
- Lástima que esté cerca el amanecer y no puedas acurrucarte un poco conmigo…
- Ya lo sé preciosa. Deberé meterme en mi ataúd, que ya noto un poco la claridad.
- Vale.
- Hasta otro día, ¿vale?
Vale – le dije. Cuando ya estuvo dispuesto a irse por mi ventana le dije- Bill, sé que es pronto para sentir cosas, pero yo te… aprecio. Mucho – no sé ni por qué lo dije.
- Yo también siento cosas muy especiales por ti Shasha, aunque no tenga un corazón latiendo por mí. Creo que tú llevas en tu interior ambos corazones.
Entonces me levanté y corrí hacia él. Lo abracé y le besé profundamente. Quizás lo que sienta por Bill sea un gran amor y lo de Edward solo deseo y pasión –aunque fuera en mis sueños-.
***
En la semana siguiente me llamaron para trabajar en un centro comercial como dependienta en una librería para cubrir una baja. Además me encantan los libros. A mí me venía bien, porque mis ahorros no me llegaban para cubrir mis gastos, no me gustaba que mis padres me pagaran todo cerca de cumplir los 22 años.
Había visto a Bill un par de noches al cierre de la tienda y habíamos ido a cenar. Él procuraba que en esos días tuviera hambre para poder compartir las cenas conmigo. Había tenido más visiones del presente de mi prima y Edward, y también de Edward solo. La verdad que aún no entendía el por qué de esto y quería averiguarlo urgentemente. No sabía si contarle mis preocupaciones de mis visiones extrañas a Bill, ya que no estaba enterada de si Bill sabría que Edward tenía el don de leer el pensamiento, de lo cual había surgido el que yo fuera rarita según Edward. A lo mejor podía tratar el tema omitiendo a Edward. Bill era el ser no humano que más cerca tenía y con el que más hablaba, y las cosas que me pasaban no eran muy humanas que digamos.
Una noche, al cierre de la tienda, Bill me vino a buscar, traía compañía. Supe enseguida que era un vampiro, fundamentalmente por la tez tan pálida de este hombre y su gran belleza. Yo pensaba que esa noche iríamos a mi casa a intimar un poco… Mis padres se habían ido, desde hoy, a Seattle unos días a ver a mi abuela, así que aprovecharía un poco. Pero no, Bill traía compañía.
- ¡Hola preciosa! – Me dijo Bill dándome un beso en los labios, orgulloso.
- Hola, cariño. ¿Quién es tu amigo? – Pregunté, empezándome a mosqeuar.
- Es un amigo vampiro, que está de visita por el sur con su shellan.
- ¿Su qué?
- Su shellan es su pareja. Es de otra raza de vampiros. Vampiros que no los convierten, sino que lo llevan en la sangre desde que nacen.
- ¡Ah! Ya sé. En el libro que me dio Bella salía su descripción. Y… ¿no me lo presentas?
- No sé. Es que, él y su familia, no se relacionan con los humanos…
- Para. – le detuve.- Que del asunto humanos tendremos que hablar…
- ¿Cómo? – Dije Bill confuso. ¡Normal Shasha!
- Al final he decidido presentarme yo solito – dijo el vampiro. Era rubio, de un pelo brillante. Muy guapo y de grandes músculos. – Me llamo Rhage. Y esta es mi shellan, Mary. Ella no es vampira. Como tú, pequeña.
¿Pequeña? ¿Qué se cree este? Que por tener más de 100 años me puede llamar pequeña…
- Hola – dije después de aclararme la garganta- Soy Shasha. Y soy la shellan de Bill.
Y los tres empezaron a reír. No entendí nada. Otra cosa más a la cuenta.
- Ay, Shasha. No te preocupes. Pero una persona es la shellan o la hellren de alguien cuando se está enamorado – dijo Bill seguro. No le podía asegurar a Bill que algún día me enamorara de él, pero le tenía mucho cariño. Así que vale, lo acepto. No soy shellan de nadie – me aclaré en el subconsciente.
- Pues disculpadme. Soy la chica que anda siempre con Bill. Nos estamos conociendo… y eso. Sois los dos vampiros, ¿no?
- No, yo soy humana. Pero tengo una especie de maldición, que me conviene, por supuesto. Puedo vivir el tiempo que yo quiera para estar junto a Rhage en la eternidad, todo con el mismo aspecto físico – dijo orgullosa. ¡Qué bonito! Pero en vez de maldición, me parece una bendición.
Seguimos la noche hablando, y nos fuimos a cenar los cuatros juntos. Este vampiro y Mary sí que comían.
Después de la cena Bill me llevó a casa y cuando se vino a despedir de mí con un beso en los labios le dije:
- ¿Tienes algo que hacer Bill?
- ¿Yo? No. ¿Por qué lo preguntas?
- Porque me estás diciendo adiós ya.
- No te entiendo querida. Como todas las noches te digo adiós en el coche… - empezó a decir confuso.
- Shh. Esta noche es diferente, y también unas cuantas por delante. Mis padres no están. Se han ido a Phoenix.
- Ahh… Con eso se me viene a la cabeza un par de ideas Shasha…
Y de repente ya estábamos subiendo las escaleras hacia mi cuarto mientras Bill me había cogido en brazos. Me depositó en la cama con mucho cuidado, como si fuera de cristal y se empezó a desabotonar la camisa. Le negué con la cabeza y seguí haciéndolo yo por él. Él empezó a bajarme los pantalones…
- Ay Shasha, llevo esperando este momento hace casi dos meses…
Yo también nené, y yo también… Me quité la camisa del trabajo como pude y empecé con su cinturón. Le metí la mano debajo de sus bóxers y ahí estaba tan duro como la última vez, en Forks. Lo echaba tanto de menos. Era algo sensacional sentir que alguien esté así por ti. De repente, empezó a besarme con locura y dulzura como antes lo había hecho, sin prisas. Era temprano, ni medianoche, cosa que me gustaba, pues aún quedaban 6 horas de tranquilidad junto a Bill.
- Shasha, ¿qué te pasa? No has dicho ni una sola palabra…
- Nada. Solo disfruto del momento Bill. Me haces sentir tan bien y feliz…
- Y tú a mi tan humano…
Y paré en seco, me senté en el borde la cama. Aún no sabía si era humana o qué. Bill se acercó a mí, confuso. Pero no más de lo que lo estaba yo.
- ¿Qué sucede?- Dijo Bill, mientras apoyaba su mano contra mi muslo, haciéndome sentir más caliente aún.
Tenía que aclarar mis pensamientos, así que le aparté con la mano.
- ¡Ugh! – Exclamé. En vez de apartarlo, lo empujé hacia el cabecero de mi cama. ¿Cómo lo había hecho? ¿Con qué fuerza? No sabía la respuesta de ambas preguntas. Sería eso lo que me pasaba.
- ¿Qué fue eso Shasha? – Dijo Bill con los ojos como platos.
- No sé, Bill. Primero Edward no podía leer mis pensamientos, después solo los leía cuando estaba junto seres no humanos, y luego me soltó que no era humana – dije apresuradamente, sin saber si hacía lo correcto o no, mientras lloraba con lágrimas muy gordas. – No entiendo nada Bill…
- Tranquila amor – dijo mientras me abrazaba, con cuidado de no apartarlo de nuevo, así que me sujetó con firmeza entre sus bíceps. – Averiguaremos qué pasa.
Y así, abrazados, mientras Bill me reconfortaba con sus caricias, nos quedamos cerca de dos horas. De repente, a la vez que pensaba en lo frustrada que me encontraba con mucha furia, miré hacia la calle a través de la ventana. Y ésta, se hizo añicos.
- ¡Mierda! ¿Por qué me está pasando esto? – Dije, echándome a llorar de nuevo. Sabía que había sido mi furia la que había roto la ventana.
- Shasha… No te preocupes, yo te lo pago antes de que vuelvan tus padres.
- No, no es eso Bill. Por la ventana da igual. Es que mi vida me iba maravillosamente bien desde que te conocí, y desde que llegué de Forks me ha pasado esto de hoy y he tenido visiones del presente.
- ¿Visiones? ¿De tu vida o vida ajena?
- No, de la vida de Edward y de Bella. No lo entiendo. Los he visto en su luna miel… Y hoy esto de tener una especie súper fuerza y empujarte y de hacer añicos la ventana mientras estaba furiosa. Ha sido todo de repente.
Bill se quedó pensativo. ¿Lo estaría asustando con mis locuras? Pero ahí se quedó, en la misma posición en la que se quedó mientras pensaba. Le toqué con cuidado, pero no respondió. Me aburría y eran las 3 de la mañana. Cogí y abrí el portátil. Y abrí el correo. Iba a conseguir el correo de Edward para que me aclarara todas mis dudas. Pero tenía un correo electrónico de Alice. Interesante…
*Hola Shasha, ¿qué tal estás? Tengo que hablar contigo urgentemente de lo que te va a pasar o te está pasando. Lo he visto en mis visiones hacia el futuro, ¿te acuerdas de que tenía ese don? Toma mi número de móvil. Llama cuando quieras. No duermo, no lo olvides. Besos, Alice Cullen.
- Tengo un correo de Alice, la hermana de Edward Cullen, Bill - ¡por fin reaccionó! Se posicionó a mi lado y leyó la pantalla del ordenador.
- Llámala ¿a qué esperas? Me imagino qué te sucede, pero no te quiero asustar Shasha. Mejor una fuente fiable que mis propias cavilaciones.
- Pero tengo miedo Bill, tengo miedo a qué me dirá, a descubrir la verdad.
- Pues déjame su número. La llamaré yo, ¿estás de acuerdo? – Dijo, mientras yo afirmaba con la cabeza.
Bill se fue abajo a llamarla, quizás para que no escuchara toda la conversación y no me asustara. Yo me acosté en la cama, esperando su respuesta y quedándome dormida.
Me despertó un susurro, el cual no escuché, y una mano menos cálida que de costumbre, ¡qué raro! Esa mano me rodeaba fuertemente y me acariciaba de vez en cuando. Era Bill, por supuesto, que me estaba reconfortando e intentando no despertarme para que descansara de gran susto que aún llevaba encima. Todavía seguía con mis bragas y mi sujetador. Con todas las cosas que habían pasado no me había vestido, y ni me había acordado qué llevaba puesto.
- ¿Estás mejor, preciosa?
- Más tranquila exteriormente, sí – le dije, sin querer pensar en lo intranquila que me encontraba.
Me di la vuelta y lo abracé fuertemente. Le miré a los ojos y besé sus párpados, siguiendo por sus mejillas, su nariz hasta, finalmente, sus labios. Me besó con suavidad y se entregó a mí, en cuerpo y alma, cosa que no sabía si tenía al completo. Me puse encima de él, a horcajadas y dirigí mis manos al broche de mi sujetador.
- No, mejor no. Quítamelo tú – y así lo hizo.
Hacía años, desde los 16 años que no hacía el amor de verdad con alguien. Había tenido alguna canita al aire con chicos de la facultad, del instituto en Phoenix y de amigos de mis amigas, pero en eso se quedaron en nada. Eran rollitos de primavera, como los llamaba yo cariñosamente. Con algunos repetía y a otros no los volvía a ver en la vida. Antes de Bill, había un chico especial, un repartidor de pizzas que se quedaba toda la noche en mi casa, cuando mis padres estaban en Nueva Orleans por asuntos de trabajo. Este chico me hacía adquirir experiencia sexual, pero de ahí a algo mayor e importante no. Pero me hacían pensar en que hacía muchos años que un tío no me tocaba de verdad, como mi antiguo novio de la adolescencia.
Con Bill, me sentía insegura, ya fuera por su edad o su experiencia, me sentía pequeñita y parecía hasta virgen. Pero cuando rozaba sus manos y sus dedos por mis ingles y suspiraba en mi oreja, me volvía loca. Y parecía la puta de Shasha Douglas.
Así que me deshice de mis bragas tras Bill tocarme la espalda justo cuando me arqueaba hacia él. Sacó sus colmillos a la luz, lo que me ponía muy cachonda. Empezó con mis pezones y volvió a mis labios, mientras yo agarraba firmemente su pene y lo introducía hacía mí. Tras hacerlo, sentí estar entre el sol y la luna a la vez. Estaba ardiendo por dentro, mientras Bill me hacía estar en los polos de la Tierra. Su frialdad y longitud me produjo tal placer que me quedé paralizada encima de él y grité con un suspiro proveniente desde mi misma alma, por lo menos. Gemí, mientras yo empezaba a botar sobre él, gemí mientras agarraba con fuerza mis pechos, gemí mientras me agarraba el culo, gemí mientras empezaba él a tomar el control y me daba duro.
Entonces quedé bajo su pecho y levantó mis piernas hacia sus hombros. Este movimiento fue totalmente divino, hizo que tocara el cielo y me corriera de inmediato, jadeando y gritando. Nada más hacerlo, abrió mis piernas, se agachó y lamió de mí. Me sonrió con picardía mientras yo estaba perdida entre mis propios ojos en blanco.
- Shasha, déjame que te pruebes. Bésame – y le besé. Saboreé de mí misma, notando mi calidez propia y la fría lengua de Bill. Entonces jadeé.
Bill se acostó a mi lado, dándole la espalda, y me cogió uno de mis muslos. Se introdujo dentro de mí y empezó de nuevo la locura, las infinitas sensaciones, el placer, la lujuria y el deseo de besarle. Sin más me besó y quedé debajo de su pecho nuevamente. Comenzó a decir mi nombre repetidas veces hasta que hubo un nombre final…
- ¡Shasha! – Gritó mientras gemía y se corría…
Le acaricié su pelo negro, ese endiablado pelo alborotado por la pasión.
- Te quiero Shasha… - Dijo Bill de repente.
Mis ojos se abrieron como platos. ¿Quererme a mí? ¿Ya? ¿Por qué? ¿Y yo? ¿No le digo nada? Entonces, le besé en los párpados de sus ojos, como a él le gustaba y me dirigí al baño. Me encerré y me senté en el wáter, pensando lo maravilloso que había sido tanto para mí como para él. Nadie me había tratado con tanta delicadeza ni ternura ni con tanto… amor…
- ¿Shasha? – Dijo mi amante mientras golpeaba levemente la puerta del baño. - ¿Estás bien amor? – Otra vez esa palabra…
¿Qué estaba ocurriendo? ¿Qué sentía por Bill? Sin ton ni son derramé algunas lágrimas de felicidad mezcladas con las de confunsión.
- No pasa nada, Bill. Solamente estoy feliz- dije atropelladamente.
- ¿Y por qué lloras? No olvides el oído agudo de tu vampiro.
Mmmm, mi vampiro…
- Por nada Bill, soy un poco tonta. Yo también te…
- Espera – me cortó en seco en medio de mi confesión. ¡Mierda!- Primero tenemos que hablar de algo más importante mi vida.
- De acuerdo – y salí del baño. De una vez por todas, sabría mi verdad. Sabría quién era de verdad Shasha Douglas.
Vamos a afrontarlo nena…
Caliente, caliente !!!
ResponderEliminarQue sofocos me han entrao, maja ! XD
besoooooooooooos.
uffffffffffffffffffffffffffffffffffffff me encanta cris!!! continua pronto guapa!
ResponderEliminar0la!
ResponderEliminarwow!
q capitulo
sta muy emocionante
:P
spero q subas pronto el siguiente
*tC*
joooooooooo nena me encanta !
ResponderEliminarque fieras xD quiero más, lo sabes verdad ?
Un besazo y graciassssssssss