domingo, 30 de agosto de 2009

Capítulo 6

Estábamos en el descapotable rojo de Rosalie entrando por la carretera que circulaba hacia la casa de los Cullen. El camino, de unos cuatro kilómetros más o menos, estaba adornado con miles de luces titilantes y lazos blancos de satén. Durante todo el camino mi prima Bella estaba con los ojos vendados por Alice, quien había hecho casi toda, por no decir toda, la decoración de la boda, aparte de su vestido de novia. Siguió con la venda en los ojos hasta que Rosalie metió su vaporoso cochazo en el garaje. Entre las tres la llevamos al baño de la habitación de Alice y Jasper donde terminamos de retocarle el maquillaje, peinado y velo, mientras esperábamos la bendición de mi tía Renée y que mi tío Charlie viniese con las flores para acompañar a Bella hasta el altar.
Justo cuando llegaron mis tíos y mis padres a darle la bendición sentí una asombrosa fragancia.
- ¿Eso no será, mmm, rosas, azahar y fresias, no? ¡Qué rico huele! – Pregunté.
Todos se quedaron mirándome extrañados. Además Bella y las vampiras se preguntarían de dónde habría sacado ese olfato tan desarrollado, típico de un vampiro.
- Bueno, ya es la hora. Edward está abajo esperando – nos dijo Jasper, que acababa de aparecer en la habitación.
- Pues Bella se queda aquí con Charlie. Contad 7 minutos exactos antes de bajar las escaleras hasta el jardín, ¿vale? – Dijo Alice dirigiéndose a Charlie y Bella.- Renée, Ales y Ryan a sentaros entre el público. Mi madre sabe donde se tienen que sentar la familia de Bella – dijo mandona.- Rosalie tú al piano, ya que Edward está ejerciendo de novio – dijo chistosa.
- A sus órdenes – dijo Rosalie riéndose mientras todos los inquilinos de la habitación bajaban hacia el jardín.
- ¿Y yo Alice? – Dije porque no me había nombrado.
- ¿No te lo había dicho Shasha? Eres dama de honor de Bella, junto conmigo y Rosalie, mientras ella no ejerza de pianista de la boda.
- ¿Yo? Pero no llevamos el mismo vestido Alice.
- Mmmm, es verdad. Pero ¿tú crees que esto es una boda convencional? Humana-vampiro… Cuñada de “17 años” organizando una ceremonia ella sola… - Dijo en bajito, ya que mi tío Charlie estaba junto a Bella.
- No, muy convencional no es – la interrumpí.- Pero de una cosa estoy segura, va a ser de las bodas más bonitas y especiales de mi vida.
Y Bella comenzó a llorar. Me fui con Alice, ella con un vestido que parecía una cascada plateada mientras contoneaba sus caderas y yo con mi impresionante vestido morado con escote (al cual le hice unos arreglillos y ahora me llegaba hasta el suelo a ras de volantes), Jasper nos dio un ramo de flores parecido al de Bella- pero más pequeño- de rosas, azahar y fresias, y nos colocamos en el lado izquierdo del altar. Saludamos a Edward y le deseamos suerte y a los “damitos de honor” – Jasper y Emmet-. El padre de Edward estaba sentado junto a su esposa en el lado contrario de mis tíos. Y presidía el altar un sacerdote del pueblo.


La verdad que estaba emocionada y nerviosa, por estar en el puesto que estaba. Menos mal que en mí no había recaído ningún quehacer para la ceremonia, solamente estar ahí de pie, junto a mi prima porque ella así lo había deseado.
Entonces la melodía nupcial empezó a sonar de las manos de Rosalie, justo siete minutos después de que bajáramos, tal y como había dicho Alice. Y ahí estaba mi prima, agarrada del brazo de su padre, caminando por el pasillo que conducía hacia el altar, el cual estaba adornado de guirnaldas con flores blancas pendiendo en largas líneas de vaporosos lazos. Estaba ruborizada, vergonzosa como ella misma, mirando a su futuro marido y pendiente de no tropezarse por llevar bien el ritmo de la música. Alice me dio un apretón de codo y codo, la miré y estaba radiante y emocionada. Yo también estaba emocionada, con los ojos llorosos. Escudriñé al público presente, sí mi madre, mi tía y la madre de Edward también con ojos llorosos, y ahí estaba a quien yo quería que formara parte de vida.
Bill.
- ¿Ya lo viste?
- ¿No decías que sólo era Edward el que leía el pensamiento? – Susurré a Alice.
- Sí. Pero soy una mujer Shasha. Sé diferenciar ojos de emoción matrimonial y ojos de emoción sentimental hacia un hombre. Y lo último lo acabo de ver – esta vez estaba más ruborizada que Bella, quien se aproximó a Edward, le dio un beso a mi tío Charlie y depositó en mí el ramo de la novia. Al fin y al cabo, tuve una función en la ceremonia.
Volví a mirar hacia atrás. Estaba sentado en las sillas finales del lado derecho, en el lado de familiares y conocidos de Edward. Todos con tez blanca, asombroso. Me saludó con la cabeza y me dedicó una sonrisa. De las torcidas, de las que me gustaban. Yo le devolví un intento de sonrisa similar. De repente, miré hacia los novios y Edward me escudriñó de arriba abajo. Me pregunté por qué lo había hecho y recordé sus advertencias… Así que le mandé un mensaje directo vía mental, a lo mejor me podía “escuchar”.
“Mira Bonito, estate pendiente de la ceremonia, que yo solo soy la dama de honor de la boda y tú el protagonista. Así que deja de meterte en mis asuntos y estate pendiente de mi prima Bella. Por favor”.
Al momento me escuchó y asintió levemente con la cabeza mirándome de reojo, esta vez más sereno. A continuación vino el momento de los votos de los novios, muy tradicional excepto por el cambio de "hasta que la muerte nos separe" por el "tanto como duren nuestras vidas". Cosa que me encantó y en seguida, por instinto innato miré hacia donde Bill…
Después ni me enteré que terminó la ceremonia con un pasional beso de los novios si no llega ser por el pellizco de Alice y el aplauso del gentío, estaba tan embobada mirando a Bill que se me pasó el tiempo.

****

Ya era noche cerrada completamente cuando estaba sentada con mis padres y los cuatro hermanos de Edward en la mesa del banquete mientras cenábamos. Las mesas y sillas estaban adornadas igual que las sillas del altar, envueltas en raso blanco con enormes lazos. Todo blanco y puro, como Edward y Bella; me gustaba porque eran sinceros.
Alcé la vista hacia los novios y le eché una foto desde mi mesa. A Bella no le gustan demasiado, pero en su día ella estaba especialmente radiante. Después se levantaron los dos y Edward nos echó una foto.

- Por cierto prima, ¿dónde está Bill? – Ya había observado el ambiente y por allí no estaba.
- Está en el salón de la casa junto con los demás invitados de Edward, tú sabes – me dijo cuidadosamente ya que mis padres estaban sentados a mi derecha.
- ¿Pero no va a comer? – Le susurré.
- No lo sé – me dijo Bella. – Cariño, ¿tú sabes si Bill va a comer en el banquete? – Se dirigió a Edward. Quien de nuevo me escudriñó de arriba abajo por el tema Bill - Shasha.
- Yo sé que el come… No tendrá hambre supongo… - Dijo sin darle importancia.
- ¿Quieres lo avise? ¿Quieres verlo? – Intervino Alice, emocionada y dando palmitas.
- No da igual… Ya lo veré, aún queda fiesta para rato.

Después de los entremeses, primer y segundo plato, aparecieron Alice y Rosalie con un gran pastel nupcial, de tres pisos, entrando por el jardín y colocándolo en el centro de todas las mesas de los invitados. Esto supuso más fotos para los familiares de los novios, de los cuales formaba parte. ¡Hoy iba a lucir muy bien mi vestido! – Pensé. Inmediatamente después Edward me miró y se soltó una carcajada… De repente me estaba gustando esto de que Edward me leyera los pensamientos.

A continuación, vino una parte esencial de las bodas tradicionales. El ramo. Bella se puso de espalda a la muchedumbre de mujeres y muchachas que gritaban desesperadamente, entre ellas yo. Mientras el ramo era lanzado por los aires me colocaba más o menos en el centro del gentío. No sé qué estaba pensando, ya que yo siempre le he dicho al matrimonio un NO rotundo… Pero ahí estaba, alzando los brazos, bajo la atenta mirada de Bill, la cual me distraía; alzando los brazos cada vez más mientras luchaba con otras mujeres desconocidas para mías mientras disfrutaba como una niña. Hasta que obtuve el ramo… pero era compartido por una chica. Tal vez tenía la misma edad de mi prima, no era vampiro, no.

- Bueno, te lo dejo es tuyo – le dije a la chica.
- No, no importa. Tú te has esforzado más – así que era evidente.
- En serio. Es tuyo. Además no tengo novio y a ti te he visto bien acompañada – la chica se sonrojó.- Así que punto y final, ¿vale?
¡Qué estúpida tontería! ¡Pero yo quería mi ramo! – Pensé como una niña chica.
- ¿Y tú tienes 21 años prima?- Me dijo Bella partida de la risa.
- Pero, ¿qué te pasa a ti? – Le dije bromeando.
- Nada, mi marido, que te escucha demasiado. Dice que eres una buena emisora – dijo riendo. A lo mejor mi primo postizo solo tiene oídos para mí… - pensé y le hice ojitos a Edward. Él enseguida me apartó la mirada y, si hubiera sido humano, se hubiera sonrojado mucho.

Después del mítico momento del ramo, vino otro muy juguetón y sexy. Edward le quitó muy cuidadosamente a Bella una liga blanca desde su tobillo casi a mordiscos. La gente estaba encantada, aullaba, gritaba y aplaudía. Sobre todo los hombres.

- Si quieres pedirle prestada la liga a tu prima, estaría encantado de quitártelo igual o más sensual antes del amanecer Shasha… - Di un respingo y allí estaba Bill. ¿Cómo llegó hasta mí? No lo sé. Cosas de vampiros que ya averiguaré en su momento.
- ¡Hola Bill! – Me abalancé sobre él y le di un pícaro beso en la comisura de sus labios.
- Es la hora del baile de los novios, ¿te gustaría bailar conmigo?
- Por supuesto. ¡Te vas a quedar loco con mi movimiento de caderas!
- Shasha… - Dijo riéndose.- Esto es un valls, y por mi edad… La que se va a quedar loca eres tú.
Y comenzamos a bailar. Aparte de saber bailar durante muchos años cuando vivía en Phoenix… Bill me dejó loca. Cada roce de manos, cada contacto con él, cada mirada, cada sonrojada por mi parte, cada sonrisa, cada cercanía de sus labios a mi cuello o a mi oreja… me hacían volver loca. Este hombre lo tenía todo. Y, además, sabía bailar.
- Por casualidad, ¿fuiste en otra década profesor de bailes?
- Pues sí, algo parecido. En la década de los 30 para ser exactos. Le enseñé a bailar a vampiros de la aristocracia para conquistar a sus hembras predilectas. A mí me enseñó a bailar mi madre y mis tías cuando era aún humano y soltero.
- ¿Soltero? – Le paré en seco y le pisé sin querer - ¡Ups! Lo siento mucho.

- No pasa nada – dijo riéndose.- Sí soltero. Antes de que me convirtieran en lo que soy tenía mujer y tres hijos. En aquella época, el siglo pasado, las parejas se casaban muy temprano, al igual que tenían hijos. Yo no era de la alta alcurnia, así que tenía que emplear métodos para conquistar a señoritas. Y una de mis armas era el baile – me explicó dejándome más aliviada.- Y a usted señorita, ¿la estoy conquistando?
- Déjeme pensar Mr. Compton… - Dije bromeando. – Creo que un poquito sí.
- ¿Solo un poquito? –Dijo mientras acercaba su boca a mi cuello y lo besaba, discretamente.- ¿Está usted segura? –Me dijo seductoramente.
- Bueno, ese poquito podría aumentar – dije entre carcajadas, cuando me di cuenta que la música del Valls había terminado y habían puesto música más moderna y juvenil, pero también lenta.
- Ejem, ejem – dijo una voz. Miré y era Edward- Disculpa, ¿me permites un baile con tu pareja? – Se dirigió a Bill.
- Por supuesto, nuevo marido. Por cierto, mis felicitaciones – dijo posando mi mano en la de Edward.
- ¡Hola, prima postiza! – Me dijo Edward.
- Hola primito – le contesté simpática.
- Así que… dices que tengo solo oídos para ti, ¿no?
- Yo no he dicho eso… A lo mejor es que lo he pensado.
- Eso es otra cosa. Bueno, ¿y si es así que importa? - ¡Oh Dios mío! ¿Pero que intenta este?
- Intento ser más cercano a ti – respondió a mi pensamiento mientras colocaba sus manos en mis caderas.
¡Oh mierda! No pienses Shasha…
- Aunque no intentes pensar, veo lo que fluye por tu mente Shasha. Sí, solo veo que me ves como el marido de tu prima, pero desde el primer momento que me viste fui el perfecto modelo con la perfecta mandíbula marcada y sus perfecto pectorales…
- ¡Para! – Dije poniéndole mi mano en su boca. – Conoces mis pensamientos mejor que yo.
- Es que eres una buena emisora, y de los buenos emisores, se me quedan grabados muchos pensamientos.
- Espera un momento… ¿Bella me dijo que yo era igual que ella? Una rarita que no se le puede leer el pensamiento…
- Al principio eras así. Pero tu pensamiento fluye cuando estás cerca de personas sobrenaturales, vampiros o no. Pero no te puedo leer cerca de humanos, por ejemplo, tu prima.
- Entonces, ¿soy más rara que Bella? ¿Ella sabe de esto?
- No, ella no lo sabe. No se lo quiero decir. Es que tus pensamientos fluyen de una manera no humana. Sólo lo he experimentado hace décadas con una…

- ¡Hola cariño! ¿Le concedes un baile a tu padre? – Salvada por mi padre…
E intrigada por lo que me había dicho Edward. Podría preguntárselo a Bill a ver si sabía de qué trataba, pero no sabía si él sabría que Edward lee los pensamientos y entonces la pifiaba. Tenía que averiguar qué pensaba Edward. Ahora resulta que no soy humana… ¿Será porque le chupé sangre a Bill la otra noche de su oído? No creo…
Estaba sentada, cavilando en mis pensamientos junto con unos amigos del instituto de Bella y entonces me levanté para preguntarle a Edward sobre lo que me dijo. Pero ya no se podía…
- ¡Vamos Shasha! Hay que despedir a tu prima y a mi hermano – me dijo Alice emocionada con una maleta en la mano.
- ¿Y tú a dónde te vas?
- Yo a ningún lado. La maleta es de Bella. ¡Una maleta sorpresa! Que he preparado yo porque ella no sabe el destino de su luna de miel.
- ¡Ah sí! Bella me lo había contado, y parecía muy mosqueada.
- ¡Que se chinche! Una luna miel es una vez en la vida – me dijo pagada de sí misma. Me descojoné con Alice.
En cuanto llegamos al porche delantero donde estaba el coche de Edward había una hilera de personas y familiares despidiéndose de los novios. Después de abrazar a sus amigos y amigos de la familia, Bella se dirigió a mí y me abrazó con fuerza.
- ¡Ay prima! ¡Que me voy de Luna de miel! ¡Increíble!
- ¡Sí tía! Disfruta muchísimo de a dónde sea que te lleven y disfruta mucho de Edward. ¡Tú ya me entiendes! – Dije dándole un codazo y en seguida se puso súper colorada.
- ¡Y tú disfruta de lo que te quede del verano! Y también disfruta de Bill...
- Ejem, ejem – nos interrumpió Edward y me miró.- Bueno, prima postiza, tranquila que disfrutaré mucho de Bella – y me dio un abrazo. Abrazados me dijo- y ya cuando vuelva de la Luna de miel te seguiré contando… Si estás impaciente, siempre puede consultarle a Carlisle, que es un libro abierto.
Siguieron con las despedidas mientras les tirábamos arroz a los novios. Alguno más bruto que otro, como Emmet Cullen – con el que me reí bastante-. Y así se dirigieron, según me dijo Alice, a una isla perdida por el Brasil tropical, desde el coche de Edward, el cual estaba decorado con más flores extendidas en hileras y grandes lazos rojos de tejido ligero y vaporoso atados a una docena de zapatos nuevos de diseño que colgaban del parachoques trasero. Un dato curioso, y también caro… Seguro que era cosa de Alice.
De camino a la pensión, después de despedirme de los Cullen a quienes ya les tenía cariño, y de camino a Baton Rouge seguí pensando en lo que me dijo Edward, que no era humana porque él podía leer mis pensamientos cuando estaba cerca de vampiros o gente similar y no cuando estaba cerca de humanos. Era una razón que no había escuchado en mi vida… Pero nunca me había pasado cosas tan extrañas en toda mi existencia.

jueves, 20 de agosto de 2009

Capítulo 5

>>Estaba en medio de un bosque, corriendo, huyendo de algo, de un animal quizás… Gritaba desesperada mientras corría con un vestido, ¡ah, no! Era un camisón de seda, blanco; me quedaba algo apretado, me hacía un poco gorda… ¡Estaba embarazada! Y estaba sangrando, por la zona de mis muslos…
- ¡Oh no! El bebé – grité desesperadamente. – ¡Ayuda, mi bebé se muere!
Pero no obtuve respuesta. Sólo escuchaba mis propios pasos corriendo por los hierbajos del bosque. No tenía ni idea de dónde estaba, pero estaba segura de que ese bosque daba miedo porque tenía los pelos erizados del terror que yacía en mí.
Giré mi cabeza para averiguar la distancia que me quedaba de la criatura que me estaba observando, pero no vi nada. De todas maneras, seguí corriendo deprisa mirando hacia mis espaldas, hasta que choqué contra algo tan duro como una roca. Me quejé del gran golpe y miré contra qué me había golpeado.
- ¡Bill! – Dije aliviada. Lo abracé.
- ¡Shasha, cariño! No tengas miedo, estás a salvo ya –dijo protegiéndome y reconfortándome.
- ¡Gracias a Dios! – Suspiré.- Por cierto, ¿qué me perseguía?
- Dirás quién, ¿no es así? – Negué la cabeza.- Te perseguía Sookie… Mi antigua pareja… La loca de Sookie venía a por ti, a matarte para hacerme suyo.
- Sookie… -Dije mientras… <<







- ¡Shasha, cariño! ¿Qué te pasa? – Me dijo Bill, mientras me despertaba.
- ¡Ay Dios! Estamos aquí, ¡menos mal! – Dije alegrándome, mientras me desperezaba.
- ¿Qué tenías una pesadilla?
- Sí Bill… Una muy rara – dije pensativa.- Pero a medida que me estoy despertando más me olvido de la tonta pesadilla. En un par de minutos se habrá ido verás. ¿No te pasa a ti?
- Mmmm, no. Hace más de un siglo que no puedo soñar – dijo triste, mirando hacia abajo.
- Ey, cielo – le dije mientras le cogía por el mentón.- Mírame. Yo creo que estás ahora mismo teniendo un sueño. ¿Quién te diría a ti que estarías esta mañana en una cama acurrucado por la chica que conociste un día de casualidad? – Se rió.- ¡Qué más da si sueñas dormido o despierto!
- Esto no es un sueño, mi amor – dijo mirándome, con la mirada clavada en mis ojos.- Esto para mí es un milagro.
Entonces me acerqué y le di un inocente beso en los labios, casi como un roce de dos bocas. Él cogió mi cara con las dos manos y presionó fuertemente sus labios a los mío. Gemí un poco por puro placer e impresión de su fuerza. Era un buen amante. Me abrió los labios con su lengua y recorrió, solo como él sabe, toda mi boca, haciéndome sentir desatada por dentro. Dejé que me besara apasionadamente mientras le abrazaba con fuerza y acariciaba los músculos de su espalda. Gemí un poco más ya que Bill había soltado sus manos de ambos lados de mi cara y las descendió hacia la curva de mis caderas. Entonces empecé a reírme. Cada vez más fuerte, e incluso con carcajadas.
- ¿Qué te hace tanta gracia cariño? – Dijo Bill confuso.
- Es que… - dije entrecortadamente debido a la risa- tengo… muchas cosquillas por la cadera.
- ¡Ahh! Así que era eso – dijo él sonriendo. Entonces empezó a pellizcarme y hacerme más cosquillas a propósito. Yo también intenté hacerles cosquillas; como no reaccionaba seguía por más zonas de su cuerpo, pero nada ni un gesto de incomodidad.- Hace también muchas décadas que no tengo cosquillas. Un privilegio en momentos como este… Así puedo vencerte en las guerra de las cosquillas – me dijo gritando y atacando de nuevo a mis caderas.
- ¡Ya, para! – Dije rindiéndome.- ¡Para, para ya Bill! No puedo más… -dije suspirando.- Pero no por las cosquillas, sino por falta de respiración de las risas – dije tomando aire.
- ¡Ay mi bella Shasha! Me encanta estar a tu lado… Me hace sentir tan… humano. ¡Ojalá todos los días fueran así!
- ¿Y por qué no? – Dije… Estaba sorprendida de mí misma. Estaba reconociendo que quería una relación con él.
- ¿Estás segura de querer estar con un vampiro?
- Sí, no le veo ningún problema. Tú me gustas y yo a ti te gusto. Esa es la base de cualquier relación, aunque yo haya tenido muy pocas y hace mucho tiempo – dije segura de mí misma. Bill no dijo nada, se quedó mirando al vacío. Pero yo sé que le gustaba, me lo había dicho en repetidas ocasiones. Como vi que seguía sin soltar palabra, cambié de tema.- ¿Qué hora es Bill?
- Las dos de la tarde. Creo que es tarde para ti… ¿No tienes hambre?
- Sí, ya escucho a mis tripillas protestar. ¿Tú no comes nada?
- Sí como, pero poco. No me hace mucha falta. Quizás unas tres veces por semana, pero depende de la semana. ¿Tienes que ir a almorzar con tus padres? Yo no puedo acompañarte… es mediodía. ¡Qué lástima, me hubiera encantado! –Dijo apenado.
- Ya… Podríamos cenar alguna noche, bueno, alguna medianoche quizás- dije esperando a que llegara ese momento.- Es verdad, quedé con mis padres en casa del padre de Bella… Mejor llamo a Bella para que me venga a buscar.
Llamé a Bella para que me viniera a buscar a la pensión – residencia de vampiros. Se acordaba del camino bien, lo que me alegró porque yo no tenía ni idea. Me despedí románticamente de Bill mientras él me decía que tuviera mucho cuidado, en varias ocasiones. Menos mal que tenía mi número de móvil, porque no podría estar sin hablar con él hasta la madrugada, aunque en Forks no es que haya buena calidad de cobertura de móviles. En cuanto salí de su habitación y tomé el ascensor del hostal lo empecé a echar de menos.





Bella me esperó en la carretera principal fuera del coche, pero… ese no era su coche. Ella me había comentado que el tío Charlie, según ella llegó a Forks, le había regalado una camioneta vieja y destrozada pero que ella adoraba. Esta vez estaba con un mercedes negro, reluciente, de cuatro plazas y sillones de cuero. ¡Todo un lujazo! Silbé a modo de sorpresa.
- Ya veo que tu trabajo en la tienda del pueblo te ha dado dinerito del bueno – dije curiosa y riendo.
- ¡Qué va! Le sigo siendo fiel a mi vieja camioneta, lo que pasa que está en el taller y Edward me ha prestado el mercedes de sus padres. Es que como tienen varios coches, algunos no los utilizan.
- ¿En qué trabaja el padre de Edward? Será millonario por lo que veo – dije asombrada, ya que cualquiera no tiene varios coches.
- No prima. Él es médico del pueblo. Ya sé que resulta raro viniendo de un vampiro. Pero los vampiros suelen tener bastante dinero. Ya lo verás.
De camino a casa, Bella no me dejaba de hacer preguntas sobre mi noche-mañana con Bill. Le expliqué por encima lo feliz que me encontraba y cómo había sucedido todo, pero sin entrar en detalles claro. Llegamos a casa del tío Charlie y comimos allí. En la mesa estaban sentados mis padres, mi tía Renée, mi tío Charlie, Bella y yo.
- Bella hija, ¿dónde está metido Edward? ¿Le dijiste que Renée y yo le invitamos a comer, no? ¿Y que teníamos visita también no? – Dijo Charlie empezando a preocuparse, ya que habíamos empezado a comer hacía rato.
- Sí papá – dijo Bella bufando un poco,- pero si no ha venido es porque le habrá surgido algún imprevisto.
- ¿Por qué no lo llamas? – Le pregunté, entonces Bella me dio una patada por debajo de la mesa.- ¡Auch! – Me quejé, y Bella se hizo un poco la loca. Todos me miraron. –Es que me di con la pata de la silla – reí.
- ¿No le dijiste nada a Alice de almorzar con nosotros hija? – Dijo Charlie retomando el tema. – Lo digo como se va con vosotras después a seguir con las compras de la boda…
- No papá. No le dije nada. Tenía planes ya con Jasper.
Seguimos en la mesa hablando de la boda y Bella se notaba que estaba más nerviosa. Cuando terminamos subí a la habitación de mi prima.
- Podrías haber estado calladita un poco ahí debajo – dijo mosqueada.
- ¿Yo? ¿Por qué? ¿Por decirte que llamaras a Edward? – La verdad es que no entendía su mosqueo.
- ¡Sí! – Me dijo seria. - ¿O es que Bill no te contaron su dieta especial?
- Sí me contó. Me contó que él comía unas tres veces por semana, pero que dependía de la semana, pero con esa era suficiente.
- ¿Que Bill come? – Dijo confusa.- Edward ni ningún vampiro que conozca come nada, solo beben sangre. Tu vampiro es raro.
- No sé. Eso me dijo él que comía… En el libro que me diste hay varias clases de vampiros y Edward no es como Bill.
- Es que aún no me he leído el libro entero – dijo avergonzada y riendo.- Bueno, dejando de lado el tema… Prima estoy nerviosísima por la boda, estoy que no me lo creo – entonces tocaron a la puerta. Eran Edward y Alice. Nos saludamos y Alice y yo dejamos solos a los novios.
- ¿Qué tal con Bill Shasha? Me han dicho que es un buen partido y es un tío encantador – me preguntó Alice.
- Pues la verdad que lo he pasado fantásticamente bien. Me encanta, soy súper feliz.
Estuvimos cotilleando Alice y yo un poco de todo. Me contó lo de su don y también curiosidades de su familia para pasar el rato hasta que nos dirigimos al centro de Portland, donde estaban las tiendas para ultimar los detalles. Allí Bella se probó su vestido de novia, le quedaba realmente bien, a medida; pero yo aún pensaba que veía a mi pequeña prima con un traje de una persona mayor… o a lo mejor era envidia. Estuvimos toda la tarde por esa ciudad desconocida para mi madre y para mí, así que el resto de mujeres nos hicieron de guía. Tomé fotos sin parar de la ciudad, el puerto y de las calles y me tomé fotos con mi prima y con Alice, de la que hice muy buenas migas. Llegó la noche y mi madre y yo nos dirigimos a la pensión. Bella también me acompañó. Le pareció buena idea de quedarse otra noche en mi habitación para cubrirme si decidía ir con Bill. Entonces me llegó un mensaje al móvil. Era de Bill y decía que estaría en la puerta de la pensión en tan sólo 10 minutos. Y así fue.
Fui a la pensión y estuve en el bar con él tomándome algunas copas. Él bebía sangre sintética y yo Martini, unos cinco Martini para ser exacta. Bill me contaba cosas de él, de su vida de Bon Temps, de su pasado como humano, de su creación. Eran cosas que me interesaban pero llegada a la quinta copa no me enteraba de mucho… Claro, no bebía desde el verano pasado.
- ¿Te encuentras bien querida? Te veo algo mareada – me dijo… Creo que fue Bill, sí.
- Sí, estoy bien. Solo un poquito bebida –me reí yo sola.
- ¡Estás borracha Shasha! ¿Sabes que en estos casos puedo hacer cosas malas contigo cariño? – Dijo de forma sexy.
- ¿De veras? – A veces me sorprendo de mí misma.
Entonces me llevó, diría que volando, a su habitación. Me tiró sobre la cama y me arrancó la camisa.
- ¡Guau! – Exclamé.


Me quitó el sujetador y se quedó mirando mis pechos.
- ¿Hoy no sientes vergüenza? Porque esa mirada me la conozco. Te lo digo por experiencia - ¡A saber qué cara tenía yo!
Comenzó a besarme el cuello, a darme mordiscos suaves y noté que tenía sus colmillos perfectos por fuera. Me besó el hombro y la clavícula mientras yo me abría de piernas y sentía sangre bombear entre éstas. Yo llevaba puesto una mini falda vaquera y de un momento a otro Bill podría llevarme al cielo de mi locura. Después de besarme la clavícula bajó a mis pechos, pero antes de hacer nada con ellos los observó, con cara de asombro y de deseo. Entonces puso una mano sobre uno de mis senos y su boca sobre el otro. Comenzó por darme lengüetazos muy despacio mientras con la otra mano frotaba mi pezón como si estuviera sintonizando una emisora en la radio. Me volvía loca y más con los Martini dando vueltas en mi sesera. Este hombre era lo más. Repitió lo mismo pero intercambiando mano y boca sobre mis senos, pero esta vez los lengüetazos pasaron a ser succiones y mordiscos con sus colmillos. Lo que me hizo gemir muchísimo.
- Si yo te pongo imagínate tú a mí preciosa-. Y me puso mi mano en el bulto de su pantalón.
Yo miré impresionada hacia ese bulto que parecía que estaba a punto de estallar en sus pantalones negros de pinzas y después lo miré a él. Bill tenía una erección… por mí.
Mi primera erección – pensé como una idiota. Entonces me abalancé sobre él y le di un beso fugaz, para después bajar hacia sus caderas. Noté que levantaba la cabeza para observar lo que yo estaba haciendo, cuando comencé a desabrocharle la cremallera con la boca, entonces él se dejó llevar y volvió a colocar su cabeza en la almohada. Cuando le quité sus pantalones, muy elegantes por cierto, quedé asombrada… no porque Bill fuera sin ropa interior, como la noche anterior, sino por su enormidad… Había ido a despedidas de solteras con compañeras de la facultad y había visto penes en directo, pero esto no era normal. En cambio, sé que gozaría de mil maneras con ello y con Bill, nunca me cansaría. Después de observar con detenimiento lo que Bill me estaba mostrando pasé mi mano sobre ello y sobre sus testículos. El contraste era exquisito, la humedad que emanaba de él, hacía que estuviera frío, pero sus testículos eran todo un volcán a punto de soltar lava caliente. Empecé a darle mordisquitos por todo el área de su paquete hasta que ya, con movimientos firmes y uniformes, comencé a darle suaves y húmedos besos mientras mi lengua colaboraba. Jamás, en mi vida, había pensado, que yo, Shasha Douglas, iba a hacer semejante acto. Pero este acto me gustaba, me daba mucho morbo, y a Bill ni qué decir. Parecía más vivo que nunca, cosa que me ponía más cachonda aún. Cuando vi que había llegado el momento culmen de mis besos amorosos, Bill no se dio por vencido y quería más.
- ¡Oh Shasha! – No paró de decirme en toda la noche con sus ojos casi en blanco mientras gemía de placer.
Esta vez era la que yo estaba debajo de él, para que, a continuación, empezara a llenar de besos mi barriga y de un tirón me bajó la mini falda. Esa noche sí me había preparado con la ropa interior. Era la primera vez que un hombre me vería después de años y no quería llevar estúpidas braguitas con iconos infantiles, así que me puse un tanguita con encajes transparente de color negro. Mi tanga no hizo mucha falta esa noche, ya que Bill ni lo miró de refilón. En cuestión de varios segundos, esta prenda en cuestión no se encontraba puesta.
- Lo siento, cariño. Sé que era precioso, pero no ha quedado nada de él –se disculpó avergonzado. ¡¡¡Era de mis preferidos!!!
Bill meneó su cabeza y rápidamente introdujo su lengua en mi sexo. ¡Qué placer! Esto era estar en el paraíso. ¡Qué va! En el cielo, y, encima, con un muerto viviente. Se notaban sus décadas de experiencia. Lo hacía todo bien. Sabía lo que necesitaba y lo que me dolía. Hacía correrme con leves y bruscos movimientos, con suaves y húmedos besos, con inocentes y salvajes mordiscos. Hizo que me corriera tres veces, como se notaba todos esos años sin haber tocado a nadie.
- ¿Te ha gustado, mi querida Shasha? – Dijo, cuando había terminado de comerme a besos. Estaba tumbado a mi lado. – Sé que no te gusta, pero quiero que te pruebes a ti misma – e introdujo tres dedos en mi boca, después en la suya. Y después, su lengua en mi boca. Saboreé mi esencia, que del todo no me disgustaba, pero prefería la de Bill mucho más.
- Bill ha sido maravilloso. Pero estoy agotada, creo que debemos dormir un poco. Mañana es la despedida de soltera de Bella y no te veré en toda la noche. No sé si podré soportarlo.
- Pues te quedas durante el día, ¿qué te parece?
- ¿Todo el día en la cama? ¿A tu lado? ¡Genial! – Dije pensando en todos esos momentos que estaban por llegar
- ¡No! Yo no me paso todo el día en la cama, preciosa. Me relaciono con los demás vampiros de la pensión. Hay muchos conocidos míos, los cuales asistirán a la boda. También veo la televisión, escucho música y leo libros y periódicos – me explicó.
Dormimos acurrucados hasta las dos de la tarde, cuando Bill llamó al servicio de habitación para que subieran un almuerzo para mí. Esta noche agitada, pero maravillosa, hizo que se me abriera el apetito. Me pidió primer, segundo plato y postre, escogiendo de todo un poco ya que no sabía lo que me gustaba de comer. Yo por mí, me hubiera comido a Bill enterito.
- ¿Y tú no comes nada? – Le pregunté mientras Bill me acercaba las bandejas al sofá del pequeño saloncito de la habitación.
- No, solo me comeré una manzana si acaso. Ya me había alimentado antes de venir a Forks.
Después de almorzar, fuimos a echarnos una siestecilla. Siesta que no sólo consistió en dormir. A medida que me entraba la morriña del sueño, Bill me desvelaba cada dos por tres porque bajaba sus manos a la zona de mis caderas e introducía sus dedos debajo de mis pantaloncitos. Unos pantalones cortos que me tuvo que comprar Bill en una mini-tienda de la pensión, puesto que no iba a ir a ningún lado con una falda sin ropa interior ni loca. A medida que me tocaba con más rapidez y más precisión, como un gran experto, más húmeda estaba yo, y más enloquecida. Esto no podía llegar a nada bueno.
Pero, como si Bill me hubiera leído la mente, paró en seco. Me besó en la frente, los párpados, las mejillas y los labios. Unos besos que me hacía volar hacia no sé dónde, pero donde estaba segura que era feliz. Al cabo de unos minutos, lo escuché roncar. Y yo con sus ronquidos, también me fui quedando dormida.
Nos despertó el teléfono de la habitación. Eran las seis. Con Bill acurrucado a mi lado se pasa volando el tiempo. La recepcionista le comunicó a Bill que había una humana esperando a su acompañante, o sea yo, en el hall. Bill me dijo que si quería que subiera mi prima, que por él no habría problema. Pero le dije que no, ya que quería arreglarme para la despedida de Bella. Me despedí de Bill y fui a encontrarme con Bella, quien me llevó a donde me estaba alojando y nos preparamos juntas.
La despedida consistió una velada entre las mujeres de la familia, las hermanas de Edward, las madres de los novios, mi madre y yo, dos amigas de Bella del instituto y la futura esposa. Cenamos en un restaurante de moda de Portland y nos fuimos a una pequeña terraza para bailar. Me encantó porque no fue una despedida despampanante ni extrovertida, sino coqueta y muy reservada, cosa que me hizo conocer mejor a las cuñadas de Bella. Ya no sólo me caía estupendamente Alice, sino que Rosalie se asemejaba mucho a mí en la forma de ser.
Bella esa noche no durmió en mi habitación, sino que fuimos las cuatro, Rosalie, Alice, Bella y yo, a su casa para al día siguiente prepararla y convertirla en una novia especial.
¿Algún día estaré igual que Bella? Tan enamorada y a punto de casarme con… Bill- pensé mientras veía a mi prima convertida en novia.




martes, 18 de agosto de 2009

Capítulo 4


Sentada en la cama de la pensión donde se alojaba Bill, para asistir a la ceremonia de Edward y Bella, observé como Bill cerraba las persianas de su suite con un sistema de seguridad que jamás había visto antes. Una especie de hilera de persianas de acero se bajaba desde las ventanas con un solo toque de un botón pulsado por Bill y tras haber marcado una serie de dígitos, lo que supuse que era una contraseña.
Cuando Bill terminó se sentó en el sofá de enfrente de la cama grande, en una especie de saloncito.

- ¿No tienes miedo de quedarte toda la mañana durmiendo cerca de un vampiro en la misma habitación? – Me dijo Bill, incrédulo porque estaba allí con él.
- Pues no, no tengo miedo. Confío en ti – le dije pagada de mí misma.- Además, te has equivocado en una cosa – le dije pícara. Dios, como me gusta este “vampiro”, no me creo que me esté pasando esto…
- ¿En qué, preciosa? – Dijo acercándose al borde de la cama, caminando.
- En que no me voy a quedar cerca de un vampiro durmiendo toda la mañana…
- Ah, entonces si quieres irte te acompaño…
- No, bobo – le interrumpí.- Digo, que no me voy a quedar cerca de un vampiro, sino al lado, pegada a un vampiro, toda la mañana, en la misma cama, en este cama. ¿Te importa?
- Claro que no, Shasha mía… - Dijo sensualmente acercándose más a mí y haciendo que me tumbara boca arriba en su cama. – Quiero que sepas algo…
- ¿Estás casado? – Dije decepcionada, apoyando los codos sobre el colchón.
- ¡No! – Dije riéndose.- Para nada… Me voy a sincerar contigo, pero me va a costar mucho.
- ¿Por qué te vas a costar? No te voy a rechazar… - Dije confusa.
- Quiero que sepas que me pones muy malo, sexualmente hablando, y me gustas demasiado, más de lo que me esperaba. Y por esto, te digo que ya me han dicho una vez que no me iban a rechazar y después de abrir mi corazón plenamente, lo hicieron, dejándome por otro de mi especie.
Pobrecito, le han roto el corazón… Pero, ¿con esto quiere decir que me va a abrir el corazón y entregármelo? Qué difícil, nunca he tenido una relación.
- No pasa nada, Bill. Si no quieres hablar de esa relación pasada, no lo hagas. Yo estoy dispuesta a recibir todo el amor que me des, pero debes saber que nunca he tenido pareja ni relaciones… Así que dame tiempo y ten paciencia, que no sé actuar en una relación –le dije sincerándome.
- Tranquila preciosa. Te daré el tiempo que necesites. Por ti lo que haga falta… Mi corazón revivió una vez y ahora se está despertando de nuevo –me dijo vergonzoso.
También veo que se está despertando otro órgano más abajo del corazón…
Entonces se acercó más a mí y caí de nuevo en la cama. Se apoyó al lado mío y me retiró un mechón de pelo de la cara.
- Me encanta tu pelo, y tus mejillas coloradas. Tu piel bronceada y tus senos asomándose del escote de tu camiseta – en cuando dijo la palabra “tu” estaba hecha un tomate. Hacía años que un chico no me tocaba… pero esto no era un chico, era un tío que me gustaba y no me molaba, como por aquel entonces. Además, no era un chico ni un adulto, era un vampiro. - ¿Qué te pasa? Irradias tanto calor que pareces como si tuvieras fiebre.
- No, no tengo fiebre… Suelo estar sana durante muchas temporadas. Lo que pasa es que hace muchos años que nadie del sexo opuesto me toca en ningún lado de mi cuerpo.
- Y qué cuerpo, Shasha… - Me dijo sensualmente.
- ¿Cómo que “y qué cuerpo”? No soy ninguna top-model ni nada por el estilo… - Y me interrumpió con su aliento frío en mi oreja.
Me estremecí, ya que parecía que estaba en medio de los congeladores de un supermercado, con la oreja pegada a ellos. Era la misma sensación. Pero me estremecía no por incomodidad, sino por gusto, el gusto de tenerlo tan cerca. Entonces, agarró mi mandíbula con sus perfectos dedos, eran firmes, sin arrugas de ningún tipo, alargados y también fríos, como aquella vez que me tocó el hombro en Baton Rouge. Y me miró, me penetró con sus ojos claros, azules, penetrantes en los míos.
- ¿Siempre tienes los ojos claros? ¿No te cambian de color?
- Sí, pero algunas veces se me oscurecen cuando tengo mucha sed. Mucha sed de sangre – me explicó, separándose un poco.
- No quédate aquí, no te alejes. No importa lo de la sed. Además, ya no bebes de humanos, ¿o sí?
- No, yo me abstengo de la sangre humana. Quiero tener una vida más humana que vampírica… Pero no sé qué está pasando con tu olor… Es tan… cautivador- me dijo mientras me olía, pegándose su nariz a mi cuello. Yo me ponía cada vez más tensa, a la vez que mis músculos se relajaban más para él.- Mmmm, ¿qué perfume usas? Me encanta, pero no tanto como tu sangre.
- Chloé, perfume francés – dije con voz entrecortada, porque Bill comenzó a besarme delicadamente el cuello.
Entonces me miró nuevamente a los ojos y pasó su dedo índice por mi cara, desde la frente, tocándome los párpados, deslizándose por mi nariz, parándose en mis labios. Entonces abrí la boca casi inconscientemente y su dedo cayó entre mis labios. Le chupé el dedo mientras lo miraba sensualmente y él cerraba los ojos, después le di una pequeña mordidita a su dedo y él me miró:
- ¡Oh, oh! – Dijo, preocupado. ¿Por qué? – pensé.
De repente, de entre su boca salieron unos colmillos terroríficos, perfectamente perfilados. Listos para atacar. Y yo me alejé, aunque a mi cuerpo le gustaban esos colmillos.

- ¡Lo siento! –Me dijo apenado.- Me pasa cada vez que… me excito un poco- dijo vergonzoso.
- No pasa nada Bill – le dije animándolo. – Perdóname a mí por apartarme – dije mientras le agarraba el mentón.
Y, entonces, lo vi. Vi al hombre que sabía que me haría feliz por mucho tiempo. Acerqué su cara a la mía, le miré a sus preciosos ojos azules y apoyé mi frente contra la suya.
- ¡Ay Shasha! Esto no es verdad – dijo suspirando.
- Ya, pero no dejes que me despierte de mi sueño Bill – y le apoyé mis labios contra los suyos.
¡Mierda! ¿Cómo se besaba?- Ya no me acordaba de mi corta experiencia sentimental. Pero no hizo falta acordarme. Bill sacó su lengua y saboreó mis labios, lo que hizo que éstos se abrieran por sí solos. Introdujo su lengua dentro de mi boca y yo hice lo mismo. Exploramos nuestros interiores con mucho ímpetu y nos besamos desenfrenadamente. Era un experto en besos y me hacía sentir que yo también lo era. Era magnífico. Sentí sus manos en mi cara y en mi pelo. Me encantaba su aroma y su saliva humedeciendo mis labios y mi boca. Me daba besos, no sólo en la boca, sino en la comisura de los labios, nariz, párpados, frente, mejillas, mentón… Pero una vez que llegó a uno de los lóbulos de mi oreja y al cuello, gemí tanto que me escuchó.
- ¿Te he hecho daño? – Se preocupó.

- No, nada de daño. Es que me gusta tanto cómo me besas… - Dije entrecortadamente a falta de oxígeno.
Entonces suspiré y seguí pensando que seguía sumida en un sueño. Estaba tan a gusto junto a Bill que parecía que estaba flotando en una nube.
- ¿Qué te hace tanta gracia? – Me preguntó riéndose.- No paras de sonreír.
- Es que… Hace tiempo que no me sentía tan feliz Bill.
Y volvió a comerme a besos. Pero esta vez, sus manos bajaron a mi espalda y hacia mi cadera. Me abrazó con fuerza, pero no me hizo daño porque lo hizo con cariño. Me acariciaba frenéticamente, sin dejar zonas donde tocar. Y yo me sentía cada vez más feliz y más contenta. Cada vez mi sonrisa era más ancha y cuando Bill me cogía la cara y me miraba a los ojos se reía por mi sonrisa de idiota. Siguió acariciándome y yo también le empecé a acariciar, empezando por sus frondosos hombros y pelo sedoso, siguiendo por los músculos de su espalda y haciéndole masajes hasta llegar a la base de su espalda. Sin pensármelo dos veces, levanté mi pierna derecha y apoyé mi muslo contra el suyo; con tal apoyo, mi pie llegaba a su trasero. Entonces, lo sentí. Lo sentí duro contra mi bragueta y nuestras respiraciones fueron a más mientras nos seguíamos besando, a estas alturas, sensualmente. Entonces escuché a Bill, pero no le entendí.
- ¿Qué dijiste?
- Nada, no he hablado cariño. Sólo he gemido un poco – dijo riéndose.
- ¡Ahh! Discúlpame, no estoy acostumbrada a esto- dije mientras me levantaba a camisa y empezaba a culminar de besos la zona de mi ombligo y caderas.
- ¿Y a esto, estás acostumbrada? – Me preguntó, mientras yo le negaba con la cabeza.- ¿Y a esto? – Dijo otra vez, pero en esta ocasión besaba hacia dirección más arriba.
Entonces con un movimiento rápido, cogí y me quité mi camisa, dejando al descubierto mis pechos bajo un sujetador rojo, de encaje transparente.
- Mmmm, me gusta. Y también el color – dijo con una sonrisa torcida que me volvía loca.
Se dirigió a la nueva zona descubierta y me besó alrededor de la prenda. Mordió los bordes con sus colmillos y, finalmente, apartó la tela con ayuda de su lengua… Llegué al cielo cuando comenzó a jugar, con ayuda de su lengua, con mis pezones. Los lamía, los succionaba y los mordía, todo con sumo cuidado. Yo me notaba ya, en mis partes bajas, demasiado húmeda y necesitaba que me tocaran. Bill seguía prestando atención a mis tetas, aparte de darle suaves y húmedos besos, también los manoseaba con dulzura y pellizcaba mis pezones, lo que me hacía gemir más alto todavía. Yo lo paré con mi mano sobre su pecho duro y le quité la camisa de un tirón rápido. Entonces me abrazó de nuevo y me besó. Mientras me besaba, bajó una de sus manos por debajo de mi bragueta y de mi tanga, entonces entró en contacto conmigo. Tenía unos dedos gloriosos, o era que yo ya estaba en la gloria con un solo contacto.

¡Dios era divino! – Pensé. Entonces Bill empezó a frotar sus dedos debajo de mi tanga y sintió mi humedad. Subió su mano y se la puso en su boca. Y probó mi sabor. Yo cerré los ojos vergonzosa. Él levantó mi cara y me miró. Me dio un beso profundo y pude sentir mi sabor.
- No te avergüences Shasha, eres lo mejor que he probado en mi vida –dijo con la sonrisa doblada. Entonces me lancé a él y lo abracé con fuerza.
Introduje mi mano bajo su pantalón. Iba comando, sin ropa interior, y eso me gustó. Lo sentí húmedo rápidamente y duro, duro como una roca y frío a la vez, frío como el hielo. Su sexo era un cubito de hielo, duro y frío, pero tan húmedo como yo. Dirigí mi cara hacia la zona de su paquete, y cuando me dispuse a desabrochar los botones de sus vaqueros… Sonó mi móvil. ¿Qué raro? Lo miré y era el despertador.

- ¿Qué hora es, por cierto? – Me dijo mientras besaba mi espalda y empezó a luchar con el cierre de mi sostén.
- Las 8:30 de la mañana.
- ¿Qué dices? Debería haberme dormido hace dos horas, desde que amaneció.
- Lo siento. Si quieres me marchó… - Bill me cortó.
- No, no. ¿Estás loca? Estoy disfrutando como nunca y me estás enganchando Shasha. Me gustas muchísimo.
- Tú también me gustas Bill y mucho además- le dije mirándole a los ojos.- Entonces… ¿quieres dormir? ¿Tienes sueño?
- No es que tenga sueño, preciosa – me dijo con su sonrisa ladeada. – Es que al no dormir, no recupero fuerzas… Y mis órganos muertos, parecen más muertos aún. Es decir, sangro y estoy más flojo, pareciendo el hombre muerto que soy.
Entonces nos abrazamos, nos tumbamos en la cama y nos acurrucamos. Todavía sentía la dureza de Bill tocando mi trasero, mientras el movía sus caderas involuntariamente – mmm, ¡qué rico! - pensé. Él en seguida se quedó dormido, lo supe porque casi ni respiraba. A mí me costó más, no podía parar de pensar en lo que había pasado hoy. Bill se movió y se levantó un poco mientras buscaba mi mirada.

- Shasha, no te asustes si parezco un poco… muerto, ¿vale?
- No… -Me paré en seco al verle sangre saliéndole de su oreja derecha.- Por cierto, te sale sangre Bill.
- No te preocupes, en cuanto empiece a dormir parará la hemorragia.
Entonces lo besé, me acerqué a su oreja y le limpié la sangre que le corría por su mejilla con la lengua.
- Ya está – le dije mientras él gimió. No sé si fue de placer o no, pero ya estaba completamente dormido.- Buenas… días.
Seguí pensando en el cambio tan brusco de hoy… hasta que me quedé dormida acurrucada hacia Bill, dirigida hacia sus ojos. Los que vería en cuanto despertaría. Me quedé dormida con tan solo una frase: Los cambios que da la vida…

Capítulo 3

Bella, Edward y yo seguimos dando vueltas por el centro de Forks y yo seguía dándole vueltas a lo que había dicho Edward. No entendía eso de que era igual que Bella; vale que éramos primas y que algunas semejanzas teníamos, pero decía que yo era igual que Bella con una frustración y con un desdén que me irritaba un poco al no saber a qué se refería.
Bella se casaría en tres días y durante esos tres días iba a ayudarla junto con nuestras madres y la hermana de Edward, Alice, a los últimos preparativos matrimoniales. Cuando acabaron de hacerme la ruta turística por el pueblo volvimos a casa de Charlie para que Bella hiciera un pequeño bolso para pasar unos días en el hotel conmigo antes de la boda y para la tan deseada despedida de soltera. Charlie no estaba y Edward y yo nos quedamos en la cocina mientras éste preparaba unos sándwiches para Bella y para mí, él decía que no tenía hambre.
- Bueno, ¿y qué te ha parecido Forks Shasha? ¿Está muy cambiado de cuándo eras niña?- Me dijo Edward, tan sólo para entablar una conversación.
- Bueno, lo recuerdo algo borroso, pero mucho no ha cambiado, al menos lo que hemos visto del centro hasta ahora. Y la casa de Charlie sigue igual – le dije amable.- Edward, ¿te puedo preguntar una cosa?
- Sí claro, dime.
- Antes me quedé algo preocupada con un comentario que hiciste mientras tomábamos unos helados, ¿recuerdas?
- Sí, obviamente lo recuerdo. ¿Qué te preocupa lo que piense de ti mientras le comentabas a Bella tu relación con Bill Compton o justamente tu relación con Bill Compton? – Me dijo con retintín.
- ¿Cómo? ¿Con Bill Compton? ¿Mi relación? – Estaba estupefacta, pues no entendía qué tenía que ver Bill con Edward, y también porque yo no tenía ninguna relación con Bill.
- Lo siento, pero ¿no eres pareja de Bill Compton? – Dijo frunciendo el ceño.
- No Edward, lo conozco de un día, unas horas estupendas que pasé a su lado, un hombre encantador, amable y con el que no te aburres para nada. ¿Conoces a Bill? ¿Debería saber algo importante de él?
- Sí, lo conozco. Es conocido de la familia de hace muchos años. Y sólo decirte, que si quieres conservar tu humanidad, tan sólo aléjate de él – dijo muy seguro.
- ¿Por qué debo de alejarme de él? Yo estaré con quien yo quiera. ¿Quieres decir que es peligroso? – Le dije desesperada.
- Sí, es peligroso, tan peligroso como yo. Así que no cometas el mismo error que tu prima Bella, no seas igual que ella – dijo Edward, acabando su comentario en bajo mientras Bella bajaba las escaleras.


Después de salir de casa de Charlie, Edward nos llevó a mi pensión, donde Bella se alojaría conmigo. Mientras Bella se despedía románticamente de Edward, abrí mi portátil, conecté internet y miré mi correo. Sí, tenía correo de Bill… Cuánto más me acordaba de Bill, más se manifestaba. Si era amigo o conocido de la familia Cullen, ¿asistiría a la ceremonia? ¡Ojalá que sí! – pensé emocionada. Tenía ganas de verlo, de saber cómo estaba, de saber si se acordaba de mí sobretodo.
- ¿Tienes correo de Bill? – Me dijo Bella dándome un golpito en la espalda, de graciosita.
- Sí. Pero no quiero abrirlo… - dije dudosa.
- ¿Y por qué no? ¿Te lo abro yo?
- No, no hace falta. Yo sé utilizar el ordenador primita – le dije riendo. – Bella… ¿Edward te oculta cosas? – Le dije, empezando a sincerarme.
- Edward no, desde que empezamos nuestra relación es muy sincero, se abre fácilmente hablando de sus sentimientos, ¿por qué lo preguntas?
- Es que me dijo algo de Bill, algo que dijo que él se parecía, pero no lo entendí. ¿Sabes si es sincero contigo en todos los sentidos, es decir, aparte de sus sentimientos?
- Sí Shasha… - dijo pensativa. En seguida se levantó y se sentó encima de su cama con su bolso, rebuscando dentro de él.
- Mira, ven Shasha… - me dijo Bella dando golpitos en la cama para que me sentara a su lado.
- ¿Qué pasa? ¿De qué es ese libro? – Le dije, mientras me daba un libro antiguo.


- Este libro me lo dio Carlisle, para que supiera más sobre ellos – me dijo, mientras señalaba una línea de la portada donde ponía vampiros.
- ¡¿Vampiros?! – Dije entre horrorizada asustada y queriendo saber a qué quería llegar mi prima.
- Sí, vampiros. Ellos, los Cullen son vampiros.
- ¿Y tú? ¿Por eso te casas con 18 años Bella? ¿Pero si vi a Esme y a Edward bajo la luz del día? No entiendo nada… - dije frustrada.
- Yo no soy vampiro, ya me gustaría Shasha… Por eso me caso con Edward… Si me voy a morir a algún día no quiero ir al cielo sin Edward, así que decidimos convertirme en vampira después de casarme… Edward nunca ha estado de acuerdo, pero su familia sí. Su familia no son los típicos vampiros que se alimentan de la sangre humana, ellos son “vegetarianos” en ese sentido… No quieren ser crueles, son vampiros buenos desde que son Cullen. Es decir, se alimentan de sangre animal, cazan por el bosque y se alimentan de ello, aunque nunca estén satisfechos del todo, pero les gusta vivir así, pasar desapercibidos como unos humanos más – me explicó Bella, aunque aún estuviera asimilando tan sólo la palabra vampiro. – Shasha, ¿estás bien? Te veo un poco pálida.
- Sí, estoy bien… Tan sólo asimilando. ¿Te puedo hacer una pregunta? –Bella asintió.- ¿Edward ha querido morderte alguna vez?
- Sí, pero se ha controlado… Eso le pasa cuando se excita conmigo – dijo vergonzosa.- Así que también planeó, sin mi consentimiento, el mantener relaciones conmigo después del matrimonio, como un buen puritano. Más bien, porque así estaría con el tiempo más preparado y porque eso se relaciona más con su alma y su humanidad. Él piensa que, desde que Carlisle le convirtió cuando se estaba muriendo por la gripe española cerca de la década de los 20, perdió su alma y su humanidad, pensando que es un monstruo por ser como es.
- ¿Y eso es verdad? ¿Perdió su humanidad?- Pregunté interesada.
- Él dice que sí. Pero Carlisle, como yo, piensa que no… Y en los libros opinan lo mismo que Carlisle. Es que hay de todos, vampiros buenos, como los Cullen, vampiros malos, como dos que me atacaron una vez, y vampiros que les dan igual los humanos, porque se alimentan de sus parejas vampiras.
- Pues mira que sabes mucho Bella –le dije ya relajada y riéndome. –Yo es que ni sabía de su existencia. ¿Y tú, serías como los Cullen? ¿Te alimentarías de sangre animal?
- ¡Claro que lo seré! No quiero ser un monstruo y que me odien. A principio, durante unos pocos años, sería neófita, una vampiro incontrolable. Me moriré por la sangre humana y ni podré acercarme a ningún humano, porque sino la liaría gordísima – dijo riendo e imaginando cómo sería su nueva vida.- Bueno, relájate, toma ese libro sobre la especie y léelo. Quiero que respondas a Bill el correo, a no ser que sólo lo leas y que antes de que vayas a la cama, me cuentes. Yo voy a dormir, que estoy cansadísima – me dijo mientras bostezaba.
- Vale señorita. Haré todo lo que me diga – mierda, ya estaba dormida.
En lo que quedó de noche me relajé un poco mientras me leí entero el libro que me había dado Bella. Ahora lo comprendí todo. Era un poco difícil de entender y de acordarse de todo, pero sólo iba a tener a alguien cercano quien sería de esta especie. Después me dispuse a encender el portátil y abrir el correo, y leí. Ahora tenía dos correos de Bill. El primero mensaje enviado decía así:
*Hola querida Shasha. Soy Bill Compton. ¿Me recuerdas? Porque yo a ti sí.
Disculpa mi ausencia durante estas semanas pero he estado fuera de la zona de Baton Rouge y no soy muy asiduo a estos medios de comunicación. Espero que te lo estés pasando muy bien durante tus vacaciones en Seattle, yo estaré unos días cerca de esa ciudad, en el mismo estado.
No creas que me olvidé de la pregunta indirecta que me dejaste caer en tu correo. A mí me encantaría quedar contigo, sí en una cita, y conocerte mucho mejor. Me gustas Shasha, pero para estar conmigo debes pensártelo dos veces, preciosidad.
Cuando volvamos ambos por las zonas de Baton Rouge, quedaremos te lo prometo.
Con esto me despido, espero tener noticias pronto de ti y poder verte. Ya no repetiré más mi cordial saludo, porque pienso que sonaba estúpido, y ahora lo repetiré por:
Muchos besos y abrazos, Shasha. Bill*.
Esos muchos besos y abrazos me gustan más Bill. Mmmm qué ganas de ver a ese hombre – pensé. Pero Bill debía saber que yo sabía que él era amigos de la familia Cullen, que los conocía, que iba a ser prima de Bella. Así que le contesté al mensaje diciéndole que lo sabía todo, que Edward me dijo que tuviera cuidado con él pero no sabía por qué, tan sólo me dijo que eras peligroso cómo él. Que me debía algunas respuestas a mis preguntas mentales. Y yo que también tenía muchas ganas de verlo ya que cada dos por tres me acordaba de él.
Cuando me dispuse ir hacia la cama, me acordé que tenía un correo de Bill mucho más reciente, así que abrí de nuevo el portátil y lo leí.
*Shasha, acabo de hablar con un amigo que te conoce. Edward Cullen, el chico que se va a casar con tu prima Bella. Yo también me estoy alojando en una pensión en Forks, en la carretera comarcal. A pesar de lo que te haya dicho Edward yo no voy a hacerte daño, tengo mi humanidad, estando a tu lado la siento más cercana, me siento vivo. Shasha, he probado la sangre humana en mis principios de vampiro pero por necesidad, nunca haciendo daño a nadie; pero hace cerca una década que no la pruebo, sino me abstengo bebiendo un preparado de sangre que se comercializa. Shasha, estoy desesperado no quiero alejarme de ti. Un abrazo, Bill*.
¿Qué Bill es vampiro también? - pensé en un estado de shock.
- Acabo de enterarme del mundo de los vampiros y ya conozco a demasiados. Ahora Bill también es uno de ellos – dije en voz alta y petrificada en la silla. Bella se despertó.
- ¡Ups! – Se quejó.
- ¿Ups? ¿Ups qué, Bella? ¿Lo sabías? ¿Sabías que Bill era vampiro? – Le dije lentamente y acercándome a su cama.
- Sí. Por eso te llené la cabeza del mundo de Edward y por eso te di el libro, para que estuvieras preparada. Yo no puedo ir diciendo por ahí que mi novio es un vampiro, sino los vampiros poderosos me destruyen, así literalmente – se explicó.
Me vestí con cualquier cosa, me abrigué y me puse mis zapatillas deportivas. Iba a ver a Bill a la pensión de la carretera comarcal.
- ¿A dónde vas Shasha? Es muy tarde.
- Pero nunca es tarde para un inmortal, ¿no?
- ¿Vas a ir a ver a Bill? No debería meterme en esto, pero te acompañaré, porque no conoces el pueblo bien y porque, como prima y amiga tuya que soy Shasha, debo apoyarte. Y quien mejor que yo que también he sufrido esto – dijo Bella decidida.
Salimos de la pensión y nos dirigimos caminando hacia la carretera comarcal. Estaba muy fría y oscura la noche. Bella me había dicho que la pensión estaba escondida entre pinos del bosque colindante a la carretera, así que observamos bien… hasta que nos llevamos un buen susto. Era Alice. Apareció de la nada y saltó hacia nuestro lado como si hubiera venido volando. Asombroso.


- Os he visto chicas – dijo Alice.
- ¿Vernos? – Dije extrañada.- ¿Tenemos cámaras diminutas ocultas en las ropas o bolsos?
- No Shasha. Alice es una especie de vidente. Ve el futuro que toman las personas, a no ser que éstas decidan lo contrario- dijo Bella, mientras Alice se reía. Una risa muy musical.
- Sí Shasha, veo el futuro como una brujita. Es mi don. Al igual que mi hermano Edward lee los pensamientos de los demás.
- ¿Que Edward qué? O sea que ha estado leyéndome el pensamiento todo el rato.
- No prima, eres como yo. No puede leerte el pensamiento. Soy media rara, pero eso es bueno.
Mientras seguíamos hablando entre las tres, encontramos la pensión. Alice la conocía bien. Ya que ahí se solían quedar unos amigos de la familia, procedente de Alaska, que eran vampiros “vegetarianos” como ellos. Entramos en la recepción donde al lado hay un piano-bar llena de gente. Supongo que eran vampiros, porque a estas horas de la noche y en este pueblo, la gente no trasnocha tanto. Pregunté por la habitación de Bill Compton y me dijeron que estaba prohibido dar informaciones de los clientes. Le dije si podía llamar a la habitación y dar mi nombre. Así lo hizo. En menos de un minuto, estaba Bill en hall.
- ¡Shasha! – Dijo mientras me abrazaba.
- ¡Bill! ¡Cuánto me alegro de verte!
Alice y Bella me miraban de arriba a abajo.
- Perdonarme – dije riendo, ya que me había olvidado de ellas al ver la cara de Bill.- Este es Bill Compton. Bill ellas son Alice Cullen y Bella Swan.
- A Bill ya lo conocía Shasha – dije Alice riendo.- Es amigo de la familia.
- Es verdad, me lo había dicho Edward- dije recordándolo.
- Así que tú eres la humana que ha conquistado al solitario de Edward. ¡Eres tan guapa como tu prima Bella! Aunque Shasha, discúlpame, lo es más –dijo Bill poniéndome ojitos y haciéndome ponerme roja como una condenada.
- Bueno chicos, os dejo solo, para que podáis hablar –dijo Alice guiñándome un ojo. – Shasha, llevo a Bella a la pensión y me quedo con ella hasta que regreses, ¿vale?
- Ok Alice- le dije despidiéndome de la dos.- Gracias chicas.

Estuve con Bill casi toda la noche, en el bar de la pensión. Hablamos de nosotros, pero sobretodo de él, de su especie y de su transformación, la cual me pareció muy cruel por el simple capricho de una vampiro muerta de sed. Cerca del amanecer Bill me dijo que tenía que acostarse, pues él no era de la misma especie que la de Edward, que brillan bajo la luz del sol, sino que él era como los míticos vampiros de las películas de terror, de esos que se queman bajo la luz de sol.
Lo acompañé hasta su habitación y entré con él.
Vamos Shasha, no va a pasar nada malo. Él es bueno y tú vas a pasar la mañana con él, abrazada y acurrucada a su hermoso cuerpo. ¡Adelante! – Me dije y me senté en la cama.

lunes, 17 de agosto de 2009

Capítulo 2

Seguí mirando cosas en la misma tienda y por el resto del centro comercial hasta que cerrase, ya que estaba en buena compañía no la iba a desaprovechar.
Bill era encantador, tenía 32 años pero era como si hubiera estado viviendo toda una vida entera. Lo notaba en su actitud, su forma de hablar, sus gestos, su mirada, sus expresiones. Parecía que hubiera vivido en épocas distintas. Y eso me gustaba, la verdad que en las dos horas que llevaba con él paseando habíamos hablado de diversos temas; y nunca lo vi cansado ni aburrido a mi lado, sino al contrario, interesado mucho en nuestras conversaciones. Podría decir, que hasta interesado en mí.
¡Ja! Eso es lo que tú quieres, bonita…- shhh, cállate conciencia dichosa.
- ¡Ay, se me había olvidado para lo que vine al centro! – Me dije en voz alta.
- Si te molesto para hacer tus cosas, tan sólo dímelo Shasha. Que no me importa, en serio – dijo él muy atento y cordial.
- No, para nada me molestas. Es que hablando y paseando contigo se me fue la noción del tiempo y dentro de media hora cierran las puertas del centro. Me distraigo con facilidad – dije poniéndome vergonzosa, y también roja.
- Es que, aunque no me lo crea, mucha gente piensa lo mismo tú.
- ¿El qué piensa? – Dije confusa.
- Que soy una distracción para las mujeres – dijo sensualmente. Entonces se acercó a mí, yo poniéndome cada vez más roja, y me susurró al oído - : aunque tú no te quedas atrás… llevo toda la tarde un poco ido.
Uffff Shasha, respira hondo… pero continúa.
- No digas tonterías Bill, no tengo nada en especial – le dije, muy cerca de su boca. Entonces él me tocó del hombro y me estremecí bruscamente. Él se dio cuenta.
Su piel era fría como el hielo, y estábamos cerca de los 30 º C, a finales de Junio. Esto no era normal. O la que no era normal era yo, claro… llevaba caliente muchísimo tiempo.
- Lo siento, ¿te incomodé? – dijo preocupado. Yo negué con la cabeza.- Es que estoy todo el año frío – me reí, por mi pensamiento de antes,- quiero decir, tengo siempre la piel fría.
- Da igual, yo soy totalmente al contrario, siempre caliente – dije con una risita graciosa.- ¿Qué? ¿Me acompañas a allí? – dije señalando la agencia de viajes. Bill asintió y nos dirigimos.
Cambié mis pasajes de Phoenix para unos con destinos a Seattle y de paso reservé unas habitaciones en una pensión cercana a la casa de Charlie. Bill me preguntó repetidamente las fechas de mi viaje y yo le contestaba otras repetidas veces más. Siempre me habían gustado los chicos más grandes que yo, pero estaba se pasaba de sordo.
Acabé con el tema del viaje, y en mis manos con ropa de una tienda de Outtlet que arrasé, me dirigí hacia el coche. Bill, como todo un caballero, me abrió la puerta del conductor y accedí a mi coche.
- ¿Te llevo a algún lado? – le pregunté.
- No, no hace falta. Vine en mi coche. Además vivo a un par de pueblos un poco lejos de aquí – se explicó.- ¿Nos volveremos a ver Shasha?
Estoy alucinando…Lo acabo de conocer… salir y volver a ver a un desconocido... ¡Qué más da! Nunca corro riesgos en mi vida, siempre debe haber una primera vez.
- Claro Bill, ¿y por qué no?
- Me parece estupendo – dijo emocionado. Entonces vi por primera vez una de sus sonrisas: torcida, labios suaves, perfecta.- Ya te llamaré, ¿vale? Conduce con cuidado.
Entonces, se despidió de mí como me había saludado con un beso en mi mano. Después se acercó a mi cachete y me dio un beso en la mejilla. Yo no iba a ser menos, y se lo devolví, también en el cachete.
- Sí, lo haré. Encantada y ¡hasta la próxima!
Conduje hacia mi casa súper distraída, pensando en Bill todo el camino. Desde que llegué le enseñé los billetes a mi madre y los guardó.
- Cariño, ¿a qué se debe ese brillo en los ojos? ¿Qué estuviste con un chico, no? ¡Por fin, ya era hora!
- ¡Cállate mamá! – Protesté.- Por cierto, ¿no te extraña que haya cambiado los pasajes de Phoenix por Seattle?
- ¡Qué va! Yo lo veía venir… ya sabes que tengo podeeeeres –dijo bromeando, “a lo bruja”.
Subí a mi cuarto y encendí mi ordenador viejo y roñoso. Y ¿qué fue lo que vi? Una correo electrónico de Bill… ¿Cómo había conseguido mi correo? No lo entiendo.
*Hola Shasha. Soy Bill. Te preguntarás ahora mismo cómo tengo tu correo, pero ya lo sabrás en su debido momento. ¿Cómo estás? Uy, debo parecer muy tonto, si hace como una hora que nos vimos.
Bueno decirte que me lo he pasado muy bien a tu lado y que no puedo esperar la próxima vez que nos veamos. Un cordial saludo, Bill*
¿Cordial saludo? Es que claro, no puedo ir por la vida dándome a mí misma esperanzas…
Le contesté al correo diciéndole más o menos lo mismo que me dijo él, que me encantó su compañía, que me gustó mucho conocerle, que me pareció un chico muy agradable y que me encantaría de nuevo repetir otra cita, más personal y discreta, con é. No sé si lo habrá pillado, pero yo se lo dejé caer.




Pasaron las semanas y no obtuve respuestas de él. Pero la suerte fue que ni me enteré del paso del tiempo porque estaba sumida en mis exámenes. Me presenté a finales de junio y de las tres asignaturas aprobé las tres. - Eso es porque no tienes distracciones varoniles Shasha – y ¡qué verdad tan grande! Después de mi periodo de exámenes fui con mi madre al centro a buscar vestidos para la boda de Bella. No fue difícil hallarlo, era el vestido perfecto: a media pierna, holgado, con escote (Bella me había comentado que la boda era en el jardín de la casa de Edward) y de color morado (mi color favorito y que me sentaba de lujo). Mi padre al vérmelo se quedó alucinado y hasta me aplaudió diciéndome que el vestido estaba hecho para mí. Eso me emocionó, ni que fuese yo la protagonista de la boda.

Hicimos las maletas con pocas cosas, sólo íbamos a pasar allí cuatro días, pero como siempre yo llevo más de la cuenta. Cogimos el avión, temido para mis padres y adorado por mí, y llegamos a Seattle en cuatro horas más o menos, tiempo en el que me devoré un libro entero. En la puerta de llegadas estaba mi tía Renée, la madre de Bella, acompañada de otra mujer, bajita, de tez pálida, pelo castaño largo y ojos dorados; una mujer muy guapa.

- ¡Hola chicos! ¡Cuánto os he echado de menos! Shasha, ¡qué grande estás! –como odio esto de los familiares…
- Hola tía Renée, claro que estoy grande… Los 21 años me pesan ya – todos rieron.
- Os voy a presentar, esta es Esme, la madre de Edward y la futura suegra de Bella – dijo mi tía riendo.- Esme estos son mi hermana Alessandra, la llamamos todos Ales, mi cuñado Ryan y mi sobrina y muy amiga de Bella Shasha – dijo orgullosa. Se notaba que nos echaba de menos.
- Encantada. Ales y tú sois idénticas – dijo riendo. – Y tú, Shasha, tienes los mismos ojos que Bella, pero en rubia. Disculpadme por sacar parecidos, pero en cuando conozco a gente siempre saco similitudes – dijo Esme. Me recordaba a alguien en su manera de hablar.
La tía Renée nos llevó es un “cochazo”, un mercedes negro. Nos dijo que era del marido de Esme. Primero fuimos a la casa de Esme y se me quedó la boca agua cuando nos bajamos del lujoso coche. Era una mansión, si podría llamarlo así, en medio del bosque de Forks. Tenía cristaleras por toda la fachada y un porche muy mono con escaleras de maderas. Nos dirigimos dentro de la casa cuando salió corriendo mi prima Bella. Solté las maletas en el porche de madera y corrí hacia ella.
- ¡Bella, prima! – Grité.
- ¡Ay, Shasha! ¡Qué guapa estás, tía! – Dijo mientras me abrazaba. – Te quiero enseñar Forks Shasha, es una pasada lo que ha cambiado desde que veníamos a casa de mi padre cuando éramos pequeñas.
Detrás de Bella había un chico, acercándose a nosotras. Era alto, de pelo castaño, los mismos ojos que Esme, mandíbula marcada al igual que sus pectorales. Un perfecto modelo.




- ¡Edward ven! – Le gritó Bella al chico. Vale déjate de pectorales marcados, que es el futuro marido de tu prima. Cuando Edward se acercó más a nosotras, Bella lo presentó.- Mira Edward, esta es mi querida prima, Shasha, de la que tanto te he hablado.
- Shasha, encantado de conocerte –dijo extendiéndome la mano y haciéndome una inclinación. Que buenos modales.
- Lo mismo digo Edward. ¿Qué, estás nervioso?
- Sí, un poquito. No todos los días de la vida uno se casa, ¿no? Y menos a mi edad – dijo bromeando. ¿A su edad? No parecía que tuviera la misma edad que Bella, parecía mayor.
- Mira Edward, está es mi tía Ales, hermana de mi madre, y mi tío Ryan. ¿A qué son guapos? – Dijo contenta Bella.
- Encantados y bienvenidos a Forks – dije Edward educadamente y extendiéndoles a mis padres la mano.
Entramos en la casa y nos presentaron al resto de los miembros de la familia. Según me había explicado Bella por teléfono hacía unos días, eran hijos adoptados por Esme y su marido, Carlisle, y los hermanos de Edward eran parejas. ¡Cosas de la vida! Los hermanos mayores de Edward eran Rosalie y Emmet, que estaban juntos, y Jasper. Rosalie era guapísima, una rubia, alta y atractiva que parecía sacada de una revista de Top Models; Emmet estaba fuerte, bajo su camisa se marcaban unos pectorales bien marcados y tenía el pelo negro; Jasper también era rubio, con el pelo alborotado y más flaco. Éste último estaba con la hermana pequeña de Edward, se llamaba Alice y era súper simpática y atenta, era bajita y muy inquieta, pelo negro corto y alborotado, un torbellino de chica. Carlisle, el padre de Edward, era alto, no tanto como Edward, rubio y con un buen porte, un padre de muy buen ver. Pero algo me llamó la atención, todos tenían la tez blanca y los ojos dorados.



Estuvimos en la casa de los Cullen una hora y media más o menos y luego Edward nos llevó con Bella a casa de mi tío Charlie. Renée ya se había ido hacía una hora allí. Nos reencontramos con Charlie, a quien no veía desde que tenía 13 años más o menos. Me dijo lo mismo que mi tía, que qué grande estaba, lo típico. Nos tomamos algo aquí una hora para ponernos al día. Después Edward y Bella nos llevaron a la pensión, allí también se quedaba Renée. No estaba lejos de casa de Charlie ni lejos del centro del pueblo, así que podíamos salir andando a curiosear el pueblo. El resto del día me fui con Bella y Edward a pasear por el pueblo y para hablar sobre nosotras.
- ¡Cuéntame Shasha! ¿Has ido por mi casa? ¿Has visto a nuestros amigos? Es que no sé nada de nadie.
- ¡Qué va, Bella! Estoy más perdida que tú, imagínate – le dije riendo.- Es que ni tengo tiempo de relacionarme con la gente de la facultad, tengo algunas amigas con las que me voy de comprar y eso, pero nunca tengo tiempo de fiestas de las hermandades de la facultad.
- ¡Qué guay, fiestas de las facultades! Yo no sé si ir a la universidad – cuando dijo esto Bella, Edward le dio un codazo. ¡Qué extraño!
- Bueno, no pasa nada por no ir a la facultad Bella, puedes sacarte títulos de otra manera y ponerte mientras a trabajar – le dije, mirando fijamente a Edward. Éste lo notó y me apartó la mirada.
- Edward nos vas a por un helados para Shasha y para mí- le dijo Bella a Edward, seguramente para quedarnos a solas.- Bueno ahora cuéntame sobre chicos… ¿Has ligado con alguno últimamente? Es que no sé, te veo un brillo en los ojos particular,
- No, Bella. No digas tonterías –le dije riéndome.- Me pasó algo, pero no es digno para decir que he ligado.
- ¡Pues cuenta! – Me dijo emocionada.
- El otro día cuando fui a cambiar los billetes para Seattle, conocí a un chico, bueno tiene 32 años, pero tú sabes como me gustan a mí. Era moreno, el pelo un pelín largo, de tez blanca, ojos claros, amable, encantador y súper educado. Ese mismo día por la noche me envío un correo electrónico diciéndome que le había encantado conocerme y que le gustaría volver a verme, yo le contesté y jamás obtuve respuesta. Así que por eso te digo que no se le puede llamar ligue –dije riendo.
- Bueno no desesperes, a lo mejor ha estado ocupado o algo, ¿no crees? Bueno y ¿cómo se llama? – dijo Bella, mientras Edward llegaba y nos entregaba a cada una nuestro helado.
- Ah, se me había olvidado, se llama Bill Compton.
Al decir su nombre, los dos se quedaron paralizados y no paraban de mirarse entre ellos para luego dirigir la mirada hacia mí. Entonces Edward me miraba intensamente, profundamente, como intentando entrar dentro de mi mente y fruncía el ceño repetidamente, con esfuerzo.
- Edward, ¿pasa algo? – Dijo Bella.
- Simplemente, no puedo Bella, es igual que tú- dijo Edward.
Igual que Bella, ¿quién yo? No me estaba enterando de nada.

Capítulo 1

Mientras terminaba mis exámenes finales en la Universidad de Louisiana, estaba planeando una visita a mi familia de Phoenix, allí visitaría a mis abuelos y también a algunos tíos.
Había venido a vivir a Louisiana con mis padres hace 5 años y hace 2 años empecé la carrera. Decidí no compartir piso de estudiantes ni quedarme en una residencia de estudiantes dentro de la facultad, ya que mis padres cinco años atrás se compraron una gran casa, la cual nunca terminarán de pagar, al otro lado del lago que separaba mi universidad con Baton Rouge, la capital de Louisiana. Al cumplir los 20 decidí sacarme el carné de conducir ya que me costaba mucho ir de mi casa a la facultad en bici, y ya que siempre he sido de las chicas en baja forma. Y mi abuela me mandó dinero desde Phoenix para comprarme un pequeño y viejo coche. Así que de esta manera, con coche y carné, decidí empezar la universidad cómodamente, después de estar dos años trabajando como camarera en un hotel cercano.
Echaba mucho de menos a mis amigos y amigas de Phoenix. Allí lo había dejado todo tan sólo por acompañar a mis padres, ya que mi padre fue destinado a trabajar a Baton Rouge, a pesar de que ellos siempre me decían de no vender la casa de Phoenix para quedarme allí. Pero no, yo quería apoyarlos y empezar una nueva vida; no sabía por qué, pero tenía que hacerlo.

- Shasha cariño, ¿ya miraste los pasajes para ir a ver a la abuela? – me preguntó mi madre que pasaba por mi habitación.
- No, mamá. Pienso que es mejor ir hasta Phoenix en coche… ¡Y qué mejor que ir conduciendo yo misma! – Dije emocionada, a ver si colaba.
- De eso ni hablar. Hija son muchas horas al volante y tú tan solo llevas un año y poco conduciendo. Y es más, conducir por esta tranquila ciudad no tiene comparación ninguna con ir conduciendo por la autopista nacional hasta llegar a Phoenix. Es que ni dejaré conducir a tu padre- me dijo mi madre, un poco indignada.- Ya puedes ir buscando billetes de avión, mi niña.
- Vale mamá. Pero te recuerdo que aún me quedan dos exámenes anuales. Así que nos iremos después de que me den las actas en la facultad.

Nunca me dejaban correr riesgos estos padres míos… Y a mí me encantaban, aunque no lo demostrara.
Por la tarde-noche fui al centro comercial, ya que había reservado los billetes por Internet y había estudiado bien un tema del próximo examen. Allí recogería los billetes para no ir apurados cuando se acercara la fecha de irnos. Decidí pasarme por algunas tiendas de ropa y agenciarme un par de bikinis para llevarlos en Phoenix hasta que me llamaron al móvil.
- ¿Diga?
- Prima, soy Bella. ¿Cómo estás? – Era mi prima Bella, la que vivía en Phoenix.
- ¡Ay, Bella, que alegría escucharte! Bien, estoy bien, deseando que terminen los exámenes – se rió mi prima.- Ahora mismo acabo de recoger los billetes para irnos dentro de unas semanas para Phoenix, para verte y para ver la abuela. ¿A qué no te lo crees?
- Pues no. Pero hay un problema Shasha… - ya me preocupó mi prima. Ya estaba pensando que no iba a estar por allí y así no tendría con quien pasar el verano.
- ¿Qué sucede Bella?
- Pues que hace una temporada, como sabes, vivo en Forks con mi padre. Pues conocí a un chico desde que empecé el semestre, Edward. ¿De todo esto estabas al tanto no?
- Sí claro. ¿Cómo te va con el guapo de Edward? Te digo guapo, porque con la foto que me enviaste al email me lo dejaste muy claro- me reí.- ¿Y tú amigo Jacob, como está? – Ese amigo sí que estaba de muy buen ver. Aunque cuando éramos pequeñas habíamos ido juntas a Forks y conocíamos a Jacob, no me acordaba de su cara mucho.
- Pues Jacob bien, está muy bien – dijo pensativa.- Pero el problema es cómo me va con Edward…
- ¿Lo habéis dejado? No me lo creo. Lo siento- me anticipé.
- ¡No, no! Para nada lo hemos dejado. Sino que… ¡nos vamos a casar! – dijo atropelladamente.
- ¡¿Quééé?!- grité.- Lo siento tía, pero no me lo esperaba. Vale que os vaya bien, pero Bella… ¡tienes 18 años!
- Casi 19- me cortó.
- Vale, vale. Casi 19 años. Y yo tengo 21 y jamás se me ha pasado por la cabeza eso, prima.
- Ya. Pero te recuerdo que tu último novio fue en Phoenix, y tan solo tenías 16.
- Bueno, también es verdad – me relajé.
Dios hace cinco años que un tío no me toca – pensé preocupada.
- Pues Bella, dime que es lo que te da Edward, porque yo lo quiero- reímos las dos. ¡Cuánto echaba de menos a Bella!
- Bueno, déjate de payasadas tía. Y vete a cambiar los pasajes para un vuelo a Seattle, que es el aeropuerto más cercano de Forks. Mi madre o Charlie te irán a buscar. Te mando un mensaje al móvil con la fecha de la boda y la hora, para que te organices.
- ¡Vale! Ya verás cuando se enteren mis padres, van a flipar prima – dije aún un poco alucinada.
- De eso, estoy segura. Y busca un vestido bonito, que no sé por qué, estás en una tienda- río. Seguro que estaba escuchando la música a toda mecha que ponían en la tienda.
- Pues estaba buscando unos bikinis para Phoenix. Pero ya veo que tengo que buscar otro tipo de ropa. Bueno, Bella espero que todo vaya bien.
- Sí verás que sí, pero estoy con los nervios a flor de piel – me dijo nerviosa.- ¡Chao Shasha, da besitos a tus padres!- se despidió.
- Se los daré, y tu también a Charlie. ¡Adiós Bella!





Colgué a Bella y seguí mirando en la tienda. Me dirigí a la zona de vestidos de fiestas y todos me llamaban la atención… como desearía estar todavía trabajando para comprarme todos. En cambio, mi prima odiaba ir de tiendas. Empecé a reírme ligeramente al recordar que mi prima, más pequeña que yo, iba a casarse.
- ¿De qué te ríes tanto?- Me sorprendió un chico que estaba por la tienda.
- ¿Cómo? – Pregunté avergonzada y extrañada.
¡Qué guapo y qué porte tiene, Diosss! – esto de no tener novio desde hace años me hace pensar raro.
- No sé, es que estás mirando unos vestidos preciosos, como tú, y estás descojonada.
- Mmm, sí, puede ser- dije riendo.- Disculpa, por si te molesté riéndome yo sola, pero estaba sumida en mis pensamientos.
- No tranquila, no me molestas. Tienes una risa y una sonrisa muy bonita- dijo el chico, hasta que se me saltaron los colores.
O ahora o nunca – me dije.
- Pues muchas gracias por el no cumplido- me reí más. Pensaría que estaba loca.- Por cierto, me llamo Shasha – le extendí la mano para saludar.
Entonces él me cogió la mano y me besó muy caballerosamente- Y yo soy Bill.
¡Pero qué hace! Bueno, lo dejo. Que tíos como éstos no se ven mucho.

PREFACIO

De repente, se habían llevado a mi marido… Bill no estaba en casa, en nuestra casa, ni conmigo ni con nuestra hija. Mi madre no lo quería pero no pensé que fuera capaz de echarlo de casa.
Sólo pude oír desde la cama gritos de horror y desesperación procedentes de la garganta de Bill. Sin embargo, mi madre no puede hacer sufrir de tal manera a Bill, con tanto horror.
¿Dónde estaba? Debía buscarlo. Pero mi hija no debería saber nada de su desaparición.
Ya me inventaría algo junto con mi prima Bella. Ella ya había sufrido algo similar en contarle a su hija en el momento adecuado cuando Edward desapareció sin más de la noche a la mañana, cuando empezaron a vivir en la cabaña construida por los Cullen. Pero mi mansión… Era imposible que lo raptaran desde allí, estábamos protegidos de los vampiros malvados que simplemente querían destruir las relaciones vampiro-mortales, y más si de esa relación había surgido una niña fruto de nuestro amor, y ni yo ni mi niña habíamos sido convertidas en vampiras. Como lo tuvo que hacer Edward con Bella: convertirla. Bill era más fuerte en ese aspecto, claro tenía más de 50 años respecto a Edward.

Y yo sigo preguntándome, ¿dónde está mi querido Bill?




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