- ¿Pero qué te crees que estás haciendo Edward? ¡Me haces daño! – Me quejé.
- Tengo que intentar escucharte… Digo, escuchar tus pensamientos, pero con los pensamientos de esa mujer fluyendo todo el rato no puedo y con mi esposa delante sabes que tampoco – dijo respirando profundamente y cerrando los ojos. Sentí una chispa de concentración de su parte y cerré los ojos también.
Pude sentir del interior del cuerpo de Edward salir un significativo calor. Provenía de la cabeza o de la mente de Edward, no estaba segura, así que me concentré ayudada por el silencio que reunía el jardín. Vi en mi mente muchas palabras, seguidas de otras muchas más, imágenes mías, de la mujer que estaba sentada en la mesa del salón de la casa y muchas más mujeres desconocidas por mí, éstas en una reunión o algo similar. Hasta que de repente vi la palabra aquelarre desde la mente de Edward... Me temblaron las piernas y abrí los ojos. Me estaba tambaleando demasiado, así que me agarré del hombro de Edward. Fuerte como ninguno.
- ¿Estás bien Shasha? – Cerré los ojos, respiré profundamente y asentí con la cabeza. – Entonces, ¿por qué estás mareada? Deja de aferrarte a mí. Yo te sostendré entre mis brazos, no hagas ningún esfuerzo.
Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, pero tenía que hacerlo, estaba muy mal por momentos, creía que no podía estar de pie por mí sola. No quería pensar en presencia de Edward… Me oiría mis pensamientos y, de esa manera, le revelaría lo que sentía mi cuerpo por él. Ya le estaba empezando a dar nombre. Sí, una atracción fatal.
- Shasha… Todo lo que has visto antes lo he visto yo. Y, no estabas equivocada, provenía de mis pensamientos… La mujer que está ahí dentro me confesó muchas cosas de tus antepasados al leerte la mano. Tu pasado es bueno, como bruja celta que eres. Pero hay una pizca en ti que pueda ser maldad… Según como se mire.
- ¿Según como se mire? No te entiendo.
- Sí… Un antepasado tuyo provenía de un aquelarre que destruía a todo lo malvado para la humanidad. Ese aquelarre mandó a aniquilar a vampiros… No vampiros como Bill o como yo. No. Eran vampiros más conocidos como chupasangres. Violaban y se aprovechaban de las hembras humanas. Dejándolas embarazadas, hasta que el día del parto morían. Un antepasado tuyo se hizo cargo de este tipo de vampiros. Destruyó a todos los que pudo hasta la desaparición de su aquelarre. Por eso cuando Bill o yo te producimos alguna sensación que desconozco, una parte de ti sufre escalofríos y nos ataca. Es como un mecanismo de defensa hacia nosotros. Tienes una pizca de “antivampiros”, se podría decir.
- ¿Soy una especie de cazavampiros?
- No. Sólo serás cazavampiros o bruja destructora de chupasangres, que es como lo llamaban en la antigüedad, si te dejas llevar por tus instintos. Pero entre todos, te ayudaremos, como supo hacer tu abuela – me explicó Edward.
La verdad, no me gustaría alejarme de Bill, estaba muy a gusto con él y le quería. Y, para qué mentir, de Edward tampoco me quería alejar. Mi cabeza estaba hecha un lío, pero poco a poco mi cuerpo lo asimilaba, antes que yo.
- Edward, ¿cuándo seré una bruja total? – Le pregunté mientras almorzábamos en compañía de Amelia, la bruja, y mi prima Bella. Genial, así que no escucharía lo que pensara.
- Amelia me ha dicho que la transformación en tu familia sucede a los 22 años… ¿Cuándo cumples Shasha?
- En el mes de Agosto… - ¡Fenomenal, me quedará un mes! -Pensé con sarcasmo. - ¿Dolerá mucho?
- No – dijo Edward riendo. – No es la conversión de un vampiro Shasha. Te sentirás de la noche a la mañana más fuerte, levitarás, te teletransportarás, te saldrán… ¿cómo? – Le preguntó Edward a la mujer, ya que él estaba traduciendo lo que le decía ella.- ¡Ah! Es que no lo veía lógico… Te saldrán radiaciones eléctricas de tus manos, y días después usarás tus poderes, siempre que te ayudes de los libros que dejó tu abuela para ti.
- ¿Y veré el futuro como Alice y leeré los pensamientos como tú?
- Lo del futuro no lo sé. Cada bruja tiene un poder especial y eso aún no lo sabremos… Tendremos que esperar. Pero lo de leer los pensamientos ya lo has experimentado un poco… Poder que no es común de las brujas típicas ni de las celtas… Es común de los telépatas – Edward se paró en seco y miró a Bella.- ¿Qué te pasa Bella?
- El bebé, se mueve mucho… - dijo mi prima quejándose. Amelia le cogió la mano y se quedó paralizada. - ¿Qué sucede cariño? ¿Por qué a la señora Amelia se le ha quedado esa cara? Edward… responde.
- Dice que lo que llevas dentro es maligno… Por eso he puesto mala cara, y ella también – dijo Edward, para después atender a la señora de nuevo.- Pero dice que lo resolverás bien con la ayuda de otra mujer, muy hermosa. Que no negarás a tu hijo.
- Nunca negaré a mi hijo… Es fruto de nuestro amor Edward.
- Ya lo sé amor – dijo acariciando la tripita de Bella, aun aparente vacía. – También dice que no nos preocupemos por sus palabras, que no nos va a revelar más ya que quiere que todo sea sorpresa.
- Mejor así. Me borraré sus palabras –dijo Bella sonriendo. Después Edward le dio un beso suave.
Después de almuerzo Edward bajó con la señora al sótano, donde se encontraba Bill. Yo me quedé recogiendo y fregando la loza con Bella.
- Bella, ¿estás mejor?
- Sí, solo mi bebé se movió. Nada de daño.
- Me alegro. Será como mi sobrinito.
- ¡Claro! Mira… ¿y tú cómo estás? Con todo esto de la brujería, tú sola… No sé… Debes de tener un revoltijo de mil ideas en la cabecita primita.
- Pues sí… Un poco. Espero que con el libro de mi abuela entienda todo. Como lo hice más o menos con el tema de los vampiros. Dale gracias a Dios que me llevo bien con la lectura – bromeé. Sí, me hacían falta las risas en este momento… Momento de confusión.
Al cabo de un rato, subieron del sótano Amelia y Edward. Amelia cogió su bolso de mano y se dirigió junto a Edward a la puerta para a continuación marcharse. Bella y yo nos dirigimos al salón, ella abrazó a su marido:
- Ay cariño, esa mujer era muy rara. Me daba mala espina – y se empezaron a besar.
Mis instintos salieron a la luz y corrió por mis huesos y músculos una especie de electricidad. La electricidad esta vez se vio, era de un color azul e iba dirigida a Edward. Alcé la mano para detenerla. Pero parece que con este movimiento solo hizo que la electricidad se dirigiera hacia mi prima, empujándola como si alguien lo hubiera hecho y golpeándose la cabeza en la puerta…
- ¡Qué he hecho! ¡Oh prima! – Grité.
Mis instintos pudieron conmigo.
***
Después de lo ocurrido salí corriendo de la casa y me recorrí las calles a toda prisa del pueblo en donde nos alojábamos. Sin rumbo. No tenía a dónde ir. Le había hecho daño a mi prima por puros instintos animales o qué sé yo lo que era.
Las calles de Krems eran empedradas y algunas calles eran empinadas. No sé de donde saqué las fuerzas pero recorrí buena parte del pueblo corriendo rápido. Algo sorprendente en mí. Hasta que me topé con la puerta de una iglesia. Y decidí entrar.
Hace unos cuantos años era asidua a la iglesia, a los evangelios y al ir a misa. Después empecé a trabajar y más tarde a estudiar, así que realmente pasé de ir. Entré porque para mí pegar es un pecado y, más aún, pegar a mi prima, sangre de mi sangre, por algo que no tenía ni idea. Avancé unos pocos de bancos y me arrodillé. Aún me acordaba de rezar. ¡Menos mal! – Pensé. Había dejado la puerta enorme de madera de la pequeña parroquia abierta y, de vez en cuando, miraba hacia atrás a ver si me veía alguien. Me daba vergüenza que alguien me viera rezando ya que no era asidua a hacerlo. Una de las veces vi un resplandor que iluminó el pasillo de bancos de madera oscura y me cegó unos instantes. Me froté los ojos.
¿Dios? Imposible, estoy mal… Pero reluce tanto… - pensé confusa.- ¿En serio que no es Dios?
El individuo resplandeciente dios unos pasos y se refugió en las sombras de la pequeña parroquia de Krems. Ya no brillaba. Pero aún no podía ver con claridad de quién se trataba, si era una figura humana o divina, porque mis ojos estaban inundados de lágrimas. El ya no resplandor dio algunos pasos más en dirección mía. Y pude comprobar quién era.
Edward. ¡Cómo no!
- ¿Qué haces aquí? – Me preguntó.
- ¿Que qué hago aquí? Refugiarme de lo que le acabo de hacer a mi prima. Bueno, si aun me sigue queriendo como prima – le dije desesperada.
- No te preocupes Shasha. La he llevado donde Bill. La he tumbado en el sofá y Bill le ha dado de su sangre para que se recuperara. Se le ha ido la cicatriz y ha vuelto a la consciencia. Bill le ha borrado la memoria de lo que sucedió anteriormente.
- ¿Cómo es posible? Entonces, no recuerda nada- dije más calmada. Asumiendo lo sucedido.
- Así es. Ahora quiero que no te preocupes de nada y relájate.
Salimos de la parroquia y anduvimos un poco en busca de sombra. Hacía un día frío pero el sol estaba fuera. Así que Edward brillaba como diamantes debido al sol. Alguna inconveniencia tenía que haber saliendo a la luz del sol – pensé. La verdad que era todo un riego. Llegamos a un pequeño parque que tenía sombras y nos sentamos en un banco de metal.
- ¿En serio que está todo bien Edward?
- Sí… Tranquila. Si no te lo crees puedes indagar en mi mente para verificarlo. Solo cierra los ojos y relájate.
Así lo hice. Cerré los ojos y me relajé. Vi que todo lo que me dijo Edward era verdad. Vi a Bill dándole su vena a Bella para que esta tomara conciencia de la realidad. Vi a Bill hipnotizando a Bella para borrarle la memoria. Vi a Edward supervisando cada movimiento de Bella y Bill. Y finalmente vi a Bella descansar plácidamente en su habitación.
Era todo verdad. Cuando llegara a casa mi prima no se habría enterado de nada. Me parecía mal para ella. Pero, a veces es bueno ocultar la verdad.
Edward me cogió la cara y me miró a los ojos. Ah, sí. Que podía escuchar mis pensamientos. Muchas veces dejaba de lado esa parte y me olvidaba. Me sonrío. Su sonrisa era torcida y muy dulce. Se acercó a mi mejilla, me dio un tímido beso y me susurró algo bajito que no pude oír.
¿Le digo que me lo repita? No, mejor no la cagues. Edward se rió. Claramente me leyó el pensamiento.
- No te lo voy a decir… - me dijo con una mirada que echaba fuego.
- Ven aquí… - le dije mientras le agarraba el mentón hacia mí. ¡Y qué mentón! Ni el de un Dios griego…
Le acerqué mi cara a la suya, inhalé su aroma y el inhaló el mío. Le pasé una pierna por sus rodillas y él me acarició uno de mis muslos con fervor. Se estaba empezando a poner duro. Le miré a los ojos, después a la boca y me mordí el labio inferior. Si hubiera sido Bill tendría los colmillos fuera. Pero este no era Bill… Era Edward, el marido de mi prima.
Seguí mordiéndome el labio, cerrando los ojos y pensando que me iba a arrepentir por hacer esto. Tomé aire. Edward inclinaba la cabeza y tenía los ojos cerrados. Seguí acercándome a él, suspiré dentro él y le di un beso inocente en la punta de la nariz…
- Siempre serás mi primo postizo, Edward – le dije.
joooooooo jaja, bueno pues si...es su primo ainssss que frustración !
ResponderEliminarGraciasssssssssss cari, me encanta, menuda imaginacion tienes.
Bstos
Cris! no nos dejes asiiiiii
ResponderEliminarcontra mas primo, mas me arrimo, jajaja
un besito guapisima!
jjajajajajjjaja eso eso, cuanto mas primo, mas me arrimo xDDDDDD
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