lunes, 17 de agosto de 2009

PREFACIO

De repente, se habían llevado a mi marido… Bill no estaba en casa, en nuestra casa, ni conmigo ni con nuestra hija. Mi madre no lo quería pero no pensé que fuera capaz de echarlo de casa.
Sólo pude oír desde la cama gritos de horror y desesperación procedentes de la garganta de Bill. Sin embargo, mi madre no puede hacer sufrir de tal manera a Bill, con tanto horror.
¿Dónde estaba? Debía buscarlo. Pero mi hija no debería saber nada de su desaparición.
Ya me inventaría algo junto con mi prima Bella. Ella ya había sufrido algo similar en contarle a su hija en el momento adecuado cuando Edward desapareció sin más de la noche a la mañana, cuando empezaron a vivir en la cabaña construida por los Cullen. Pero mi mansión… Era imposible que lo raptaran desde allí, estábamos protegidos de los vampiros malvados que simplemente querían destruir las relaciones vampiro-mortales, y más si de esa relación había surgido una niña fruto de nuestro amor, y ni yo ni mi niña habíamos sido convertidas en vampiras. Como lo tuvo que hacer Edward con Bella: convertirla. Bill era más fuerte en ese aspecto, claro tenía más de 50 años respecto a Edward.

Y yo sigo preguntándome, ¿dónde está mi querido Bill?




.

.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario